vó a su finca familiar para lo que creí sería la noche más
questando públicamente la destrucción de mi familia, la m
resenciar cómo mi verdugo se regocijaba con mi dolor. Mi única fo
ivía gracias al corazón que yo le había donado en secreto hacía tres años, un sacrificio usurpado
Volvió con una misión: expiar su culpa y recuperar nuestro amor. Sin embargo, no era el único. Mis padres, mi amigo Javier, y yo misma, también habíamos renacido, re