ia me esperaban en la puerta del hospital. Mi cue
ordenó Mateo. "V
o acariciaba el pelo de Valeria, cómo le susurraba al oído
El mismo donde estaban
hasta las lápidas de los Castillo. Sobre el camino, sus hombres habían e
dir perdón por sus pecados" , dijo Mateo, su voz
undo. Luego, la resignación. ¿Qu
clavaron en mi piel. Un dolo
ada llenaba el aire. Detrás de mí, escuchaba las risa
con las rodillas de
caron. Él puso una flor
a. He encontrado el amor y he vengado vue
ró ha
strate. Pid
la frente en
ento" ,
mpezó a llover. Una lluvia fría que empapaba mi
izás. Finalmente, me levanté y cami
o, mi estado lamentable. Una chispa de algo, quizás sorpresa, c
mañana" , dijo, su voz de nuevo fría y controlada. "Qui
egó una
es. Quiero que sigas mis inst
e una vez le conté sobre cómo imaginaba mi boda perfe
mis sueños para la mujer que me odiab
n fuerzas
o él. "No me
Cada gota, un eco de mi tristeza. Me puse a trabajar,