noviazgo, Mateo me llevó a la finc
a a azahar y a tierra húmeda. Yo
eso, me rega
a instalado, se reunía una multitud. Eran los agricultores de
copa de vino en
iz aniversario. Tengo
s. Pruebas, según Mateo, de que mi padre, Ricardo Salazar, no solo había saboteado la bodega de los Castillo hacía
adró
arruinado
do, negando con la cabeza, incapaz de articular palab
o, su voz cortando el ai
mbre. Una aventura de su juventud, un secreto enterrado. La humillación fue d
al
ero ya era tarde. Un infarto masivo. Murió allí m
i-o. Sus ojos se quedaron fijos, su boca se torció. Sufrió un derrame cerebral
o de mi madre, rota. Miré a Ma
or q
sa era p
por mi familia. Hace diez años, tu padre
el suelo con
nmigo, en mi mansión. Serás mi sirvient
ente. Cada vez, sus hombres me detenían. Mateo
che. Necesitaba un trasplante de corazón. Yo, siendo compatible, doné el mío en secreto. D
n siete dí
golpeó. Mi prima Valeria, mi mejor amiga y mi rival de baile estaban allí.
o, disfrutando de mi humillación
aban se
un sillón, como
imera de vosotras que consiga hacer llorar a Sofía, ga
e miraron, sus ojos b
e me regaló cuando era niña, la primera que tuve. La estrelló contra
llo
ió con malicia y la derramó sobre mis pies descalzos. El líquid
s dientes
mantón de Manila de mi abuela. Una reliquia familiar, mi
, dijo. "Er
eda bordada. Las cen
nciosas y amargas. Lloré por mi abuela, por mi m
onrió, vi
gan
arcajadas. Una r
quiera que haya estado cerca de los Sa
ntos. Valeria se que
iré, ex
amado a nad
on sus brazos. La miró con una tern
míteme presentarte a la mu
vemente en
a quien, con su generosidad, me lo donó.
pesado. Me di cuenta de todo. Valeria había r
a deuda de sangre entre nuestra
rme mi secre
enó el silencio de la habitación. Mateo m
l contador de mi corazón artific