te exigía un movimiento de su parte para ir en el auxilio del miembro de su manada, una fuerza sofocante lo mantenía anclado en su lugar. Inc
ugar, pero no lograba mover un solo músculo; su cuerpo comenzó a temblar por tal causa y el control del mismo era un método lejano para el hombre. Veía el paisaje frente suyo como un punto borroso, su audición solo capturaba un
como si quisiera ser consumido por aquel ser, pese a que sintió el resentimiento y la sed de sangre provenir del ente tras suyo, todo acabó en pocos segundos como si solo hubiera sido una simple pesadilla.
ofunda concavidad; Kaya sólo necesitó segundos para divisar a la criatura que se escondía tras la negrura y tal vista la perseguirá por un largo tiempo. La mujer movió las manos con
spiración acelerada demostraba el esfuerzo que conllevaba mantener a las criaturas lejos del pequeño espacio en donde su gente lograba protegerse, la mujer podía sentir
ausando estragos y consumiendo a su gente, sólo eran masas uniformes sin solidez alguna; los lobos no podían hacer nada contra ellas aunque quisieran. Presos de la impotencia, algunos de ellos intentaron ir más allá de la se
iembro de su manada fuera consumido y en un último intento de deshacerse de las criaturas, Kaya reunió todo el poder que
pensaría que fue he
impedía la visión, causaba un efecto insonorizado del exterior; actuaba como una burbuja imposible de penetrar y perturbar. Los hombres que aún mantenían su forma animal se desplomaron en el suelo con un suspiro tembloroso, fatiga
s, no poseía la falta de modestia que gozaba un lobo, ocasionandole una incomodidad con la desnudez de sus cuerpos. Quedó a sus espaldas y su presen
ón. Si seguíamos así, ellos... -Declaró pesarosa, una lágrima brotó de un
evantaron sus cabezas e irguieron sus cuerpos en señal de alerta, sacudiendose el último rastro
argo, no fue su fuerza quien la impulsó sino unas manos ásperas ubicadas en su cintura. La mujer no p
pérdida. Dos de los suyos estaban
erales de su rostro con sus manos; haciendo un vaivén rudo con su cuerpo como si el movimiento pudiera ayudarlo a soportar lo que s
venía de un integrante de la manada del intruso, el pánico en su grito demostró su cercanía; no obstante, antes de que pudiera socorrerlo aquella cosa apareció tras suyo paralizandolo. Kaya no lo culpaba, nadie nunca había lidiado con una de estas cosa
egastada energía, no consumía a grandes escalas como lo era esquivar y crear ondas de protección para mantener a esas cosas al margen. Estar en alerta constante era una tarea ardua para alguien que no poseía un instinto tan agudo como los lobos a su lado
o a
sin poder moverse. El arma parecía un espejismo, una bruma negra en su visión, aunque el daño que podía ocasionar era real y Kaya sintió escocer la carne que rodeaba el filo como si chispas de fuego ciñeran su piel; el calor se extendió p
ador. Parte de la pantorrilla de Kaya estaba manchada por el hilo de sangre que se deslizaba de una herida, hecho por una de esas cosas que se asemejaban a cuchillas. Cada intento de acercamiento e
la barrera, aún así fue alcanzada con presición, y los lobos que se situaron en sus bordes no fueron
s cuchillas atravesó la barrera en dirección al cuerpo del lobo. Fue incluso más rápido que las anteriores, no
n una filosa barra negra incrustada en su muslo y hombro, Kaya sintió el temor apoderarse de su cuerpo; una gran presión que lo atribuyó como desesperación, embargó cada parte de sus tejidos musculares. Pero el mi
ues. Aunque fue una revelación y acentuó más la creencia de que aquellas criaturas sí provenían de algún lugar profundo aunsente de luz, el descubrimiento de ese hecho no los llevaría a nada. El bosque estaba protegido por un grueso ropa
vestimenta y ocasionando que hilos de sangre brotaran de donde lograba penetrar. Una de ellas fue tan grande que temió no poder desviarlo a tiempo. La bruma grisácea que consistía su poder se enredó como una serpiente alrededor de la filos
uchilla lo suficiente para no causarle una herida mortal, cuando la materia iba perdiendo grosor y perdía el filo visible, sus manos comenzaron a temblar. Sabía que estaba llegando a su límite, así que lo
a escasos centímetros de su cuerpo, una sombra parda cruzó frente suyo a una velocidad inhumana, Kaya sólo sintió la ráfaga de aire que dejó tras su paso antes de esc
nzaba a desvanecerse antes de tiempo; la mujer no tuvo tiempo de recrear ninguna escena en su cabeza que los pudiera salvar del intercado mortal en el que estaban. Observó con horror como poco
cosas se abalanzaron sobre él como buitres sobre carroña; Kaya no pudo siquiera move
lor de sus compañeros penetraron en su cabeza como gritos sofocantes, la visión de aquel lobo pasaban por su mente como un metraje interminable, ella misma sintió el sofoqu
er para salvar a uno de los suyos que estaba siendo elevado por una gran masa negra. El grito de
siniestra, ignorando completamente a la mujer que pedía a gritos que se detuvieran. Aquel acto fue desesperado, por primera vez Kaya se sintió
piernas perdieron fuerzas. El golpe desequilibró aún más su mente atareada, causando una visión borrosa y un leve mareo. El rugido enojado de su líder se escuchó de entre la bruma espesa de su audici
, cuyas esquinas manchadas de lágrimas fueron reemplazadas por una hilera de sangre espesa y oscura. La mujer siguió presionando su interior en
r causaba que el debilitamiento la golpeara con más fuerza, podía sentir como sus ojos empezaban a empañarse en sangre. Su visión se volvió inútil, Kaya presenció como el miedo inundaba su cuerpo, con su visión fuera de combate y su audición yendo por el mismo camino, la d
coló entre los confines de su cansada me
bó en se
rió una sacudida antes de ser llenado por una luz tan cegadora que incluso perforó la grosura del bosque e iluminó el cielo matizado por el atardecer. Todo aqu