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Lizzie una mujer que desde niña ha sufrido abusos emocionales por su aspecto físico perdió sus padres cuando tan solo era una niña de quince años, llevándola a sentirse poseída por una serie de sentimientos encontrados, después de perder su familia encuentra la protección en un hombre que inconscientemente la vuelve una asesina en serie, con el pasar de los años ella se vuelve una justiciera, pero un hombre llega para cambiarle la vida y la visión del amor, al final la traiciona y la manda a la cárcel.
- ¡Despierten flojas! Son las cinco de la mañana, esto no es un hotel
Grita la guardiana, mientras golpea los barrotes con su macana.
La cabeza me da vueltas, no he dormido nada, hoy cumplo mi primer mes en esta cárcel, aun no asimilo estar aquí, en el fondo yo sabía que iba a terminar un lugar como este, pero lo que más me pone mal es saber porque estoy aquí, cada vez que lo recuerdo siento un nudo en la garganta y siento mucha ganas de llorar, pero eso no es opción, eso es para débiles.
Nací hace veintisiete años en una familia no muy acomodada, una clase media que suelen llamar, mi madre, una mujer por esos tiempos muy conservadora, ya pasada de los treinta llevaba casada con mi padre hacía ya cinco años, éramos una familia muy feliz, mi hermana mayor me llevaba ocho años, así que ella cuidaba de mi para que mis padres pudieran trabajar.
Yo en lo personal era feliz, era una niña que comía a gusto, iba al parque y al circo con mis padres, mi madre, ella era preciosa y de verdad que me amaba, recuerdo cómo me levantaba en sus brazos y me besaba diciéndome que yo era una niña hermosa, que era un ángel que había llegado del cielo, y que el destino me tenía para grandes cosas. Ella tenía unos ojos azules como el mar, era alta y rubia, sinceramente hermosa, mi padre también era alto y cabello negro, bastante guapo, hacían una pareja espectacular. No teníamos mucho dinero, pero nuestra mesa siempre estuvo llena de comida, y los fines de semana siempre nos fuimos de paseo.
Hace diecisiete años ...
-Levántate mi pequeña, son las seis de la mañana, es tu primer día en el nuevo colegio – dice Mariela, la madre de Lizzie
-¡No, mami no me lleves allí, déjame en mi antiguo colegio!, o déjame dormir- le respondo a mi madre adormilada todavía, no quería que me cambiaran del colegio, era algo muy duro para mí.
-Ya vas a ver cómo te va bien, tu hermana estudia allí desde que tiene tu edad y mírala ya va para la universidad, arriba perezosa, será un lindo día.
-Está bien mamita lo intentare- respondo resignada
En pocos minutos estoy lista y bajo al comedor, como siempre ya está lista mi familia para el día, veo a mi padre con su traje negro listo para ir a la oficina, él era contador y mi madre era ama de casa, así que él se encargaba de todos los gastos de la casa.
-Mi niña, ¿Cómo estás? Te llevare hoy al nuevo colegio, sé que te va a ir muy bien, eres una niña muy educada y disciplinada, vas a ver que te ira excelente- dice el papá de Lizzie emocionado
-Hola peque, lista para el cole, no te envidio, me encanta la universidad- dice Carolain, la hermana de Lizzie
-No entiendo todos están felices, yo solo quiero volver a mi escuela y jugar con mis amiguitas- digo triste
Mi familia sonríe juntos, que lindos se ven.
Mi padre me lleva en su auto hasta el nuevo colegio, es muy grande, aunque no es tan bonito como mi escuela primaria, hay unos niños muy grandes y unas niñas no tan amables.
-Ten lindo día pequeña, en unas horas tu madre vendrá por ti, espera por ella ¿ok? - dice mi padre
-Está bien papito no tarden mucho por mi – le digo frunciendo el ceño, desde que toque las puertas de ese colegio ya sentía una mala energía
Entre al salón que me habían asignado, solo quedaba una silla libre, así que ahí me hice, al lado mío había una niña, rubia como yo, pero delgada y usaba unas gafas gigantes, parecían la cola de una botella, así que la vi y sonreí, ella también me sonrió, ahí hicimos click, una química especial.
-Hola, me llamo Lizzie, ¿y tú? - le pregunto
-Hola soy Katty, mucho gusto, ¿es tu primer día?
-Si, ¿y el tuyo también?
-Sip, seremos buenas amigas
Los dos primeros años en la escuela secundaria gracias a la compañía de Katty fueron llevaderos, aunque los chicos más grandes nos matoneaban por nuestro físico, para nosotras lo único importante era nuestra amistad, teníamos muchos sueños juntas.
Entramos al tercer años de secundaria, se acercaba mi cumpleaños número trece y yo en lugar de mejorar me estaba convirtiendo en una niña muy gorda y poco agraciada, pero mis padres me decían que era hermosa, mi hermana si que lo era, por ese tiempo llegaba a sus veintiún años e iba al gimnasio todos los días, tenia una cabellera hermosa y yo, era el patito feo de la familia, y junto a Katty éramos los de la escuela.
A mi fiesta de trece no fue nadie, solo Katty y su pequeño hermanito Santiago, y por su puesto mi hermosa familia, no teníamos amigos en la escuela, por el contrario, nos matoneaban como si fuéramos las más feas del mundo, ir a estudiar se había convertido en un karma, mi madre me decía que eso era normal a nuestra edad, que ya íbamos a crecer e íbamos a ser lindas como Carolain y todas las otras niñas, pero eso no era lo que pensaban otros adolescentes en la escuela.
-Despierta hija, ya esta tarde debes ir a estudiar- Mariela con su ternura trata de despertar a Lizzie.
-Mami, en serio que no quiero ir a esa escuela, este año ha sido insoportable y más desde que subí mucho de peso, retírame de allí por favor.
-Nena, lo estamos hablando con tu adre será para el año siguiente ahora no nos ajustan las cuentan para un cambio, estate tranquila, es normal, trata de hacer amigos mi amor.
-Ma, pero que inocente eres, allá hay malas personas y a Katty y a mi nos van a matar un día de estos
Volteo los ojos hacia arriba, salgo como todos los días a enfrentarme a lo mismo.
Un rato después llegue a la escuela
-Katty hola, amiga ¿Cómo estás?
-Bien linda ¿y tú? - responde Katty con cariño
-Ja ja ja, que irónica eres amiga como me dices linda, te amo eres un sol
Katty me llevaba un año, ella tenía catorce, y a pesar de que su cuerpo era el de una señorita, su cara seguía siendo el de una niña escondida en un par de rabos de botellas, ella nunca se quitaba sus gafas ni sus trenzas así que parecía estar viendo el mismo reflejo por el paso de los años.
-Mira Liz, quien viene ahí- me dice Katty con cara de angustia
-Si, es el pendejo de Guillermo y su grupo de matoneadores, pero hoy no pienso dejarme Kat, les diré de todo. Ya vas a ver- respondo llena de ira
-Vaya vaya, pero a quien tenemos aquí a el pequeño puerquito y la chica detrás de las ventanas, ¿Cómo están?, además de feas- Se burla Guillermo
Durante estos años de secundaria siempre nos ha tratado horrible, él y sus amigos siempre nos han llamado feas, y muchos más adjetivos que no vale la pena mencionar, solo sé que mi vida gracias a ellos fue un infierno, y a otras personas por supuesto, pero en especial a él.
-lárgate de aquí animal- le digo desafiante
-Uch el puerquito ahora es valiente amigos- responde el, haciendo que sus amigos lo sigan en la burla mientras hacen sonidos de cerdo
-oink oink oink oink, va a llorar el puerquito oink oink
-No te metas con ella. Sale Katty a mi defensa
-Ay pero que tenemos aquí a la ventanas, ja ja ja, mira lo que hago con tus mugrosas gafas- Se acerca a ella y le arrebata las gafas, botándolas al piso y pisándolas hasta destruirlas
Mi amiga Katty tapo su cara, nunca había estado sin gafas delante de la gente, a pesar de que sin ellas su rostro era hermoso sentía morirse y se puso a llorar desconsolada, ante la mirada de esos hombres crueles.
-Esta me las vas a pagar Guillermo, te lo juro así sea lo último que haga en mi vida – le digo mirándolo con mucho odio.
-Que vas a hacer puerquito, me vas a espichar con tu obeso cuerpo ja ja ja ja
El y todos sus amigos salen riendo de lo que le habían hecho a mi amiga, ahí entendí que ellos debían merecer un escarmiento, pero no sería ahora, no sería pronto porque no tenía idea de que iba a hacer con él.
-Amiga no llores por favor, eres hermosa sin tus gafas, mañana le diré a mis padres que ayuden a tu madre a conseguir unas nuevas, no te preocupes- le digo a Katty consolándola
-Gracias Liz, tú siempre has sido más fuerte que yo, mis madre ahora no puede pagar otro colegio, ya me dijo que debo terminar la secundaria aquí y ponerme a trabajar.
-Pues estaré contigo cuidándote, lo prometo, no dejare que nadie te siga lastimando.
Los días pasaron y Guillermo se tornaba más insoportable que el día anterior, nos golpeaba en compañía de sus amigos y a nadie parecía importarle, ni siquiera a nuestros padres, así que ya no les dije nada más. Decidí anotar en un diario todo aquello que me llenaba de ira y trataba de hacer cosas diferentes a la escuela para no llenarme de odio, mi madre nos llevaba a Katty y a mí a cursos de enfermería, decía que todo lo que se aprendiera en la vida era necesario. Esto ocupaba mucho de nuestro tiempo y nos daba conocimiento para curarnos las heridas nosotras mismas.
Mi lista de malas cosas crecía y mi diario estaba lleno de secretos y malos pensamientos, de todos los deseos que tenía por vengarme de ese desgraciado y su pandilla.
Por fin llegaron las vacaciones, mi amiga y yo descasamos ese tiempo de Guillermo, y para fortuna de nosotras el año que venía ya no estaría en la escuela, por su mala conducta salía de allí, por fin Katty y yo seriamos libres, pero estaba tan equivocada, llegamos de nuevo a esa escuela y Guillermo se había ido, pero uno de sus amigos quedo con el control y si el otro nos había hecho la vida imposible, Antony nos la iba a hacer un infierno.
-Vaya vaya, no te fuiste puerquito, pero que gorda estas y fea, no haces nada por ti verdad- me da la bienvenida con un golpe en la cabeza
-Déjame en paz Antony, acaso no te has visto en un espejo- respondo irónicamente
-Mira gorda, Guillermo se fue, pero ahora el rey soy yo y te pondré a ti y a tu amiguita a lamerme los zapatos, entendiste, así que mucho cuidado como me hablas.
-No te tengo miedo has lo que quieras- respondo desafiante
-Liz, nena por favor cálmate, vámonos de aquí- dice Katty llena de nervios
Antony me empuja me hace caer al suelo, y se va con sus amigos mientras se ríen a carcajadas.
Durante los meses siguientes por más de que trate enfrentarlos siempre se burlaban de nosotras y hacían cuanta cosa mala se les ocurría.
-Hola puerquito, pero que fea estas hoy, tengo un regalo para ti, un nuevo shampoo para tu feo cabello- dice Antony con una mirada maliciosa
-Déjanos en paz- respondo llena de ira, era lo único que me invadía en ese momento
-Mira prueba el shampoo- Antony vierte un pegamento en mi cabello
-Nooo, ayúdenme por favor- gritó desesperada al sentir como corría ese liquido por mi cabeza.
-Liz, por favor ayuda, maldito que le hiciste a mi amiga, que le echaste desgraciado- Katty coge a golpes a Antony, pero uno de sus secuaces de un empujón la noquea.
Nadie por temor nos ayuda, así que como pude me puse de pie y ayudé a Katty, la cogí y salimos hacia la dirección del colegio a buscar ayuda, esto había sido lo peor que nos había pasado estos años.
Katty no para de llorar, yo mientras tanto siento que algo dentro de mi se enciende, llegamos a la rectoría.
-Pero que les ha pasado- pregunta la rectora
-Pues que Antony y su grupo nos han atacado y vea como nos han dejado, podría llamar a mis padres, a la mama de Katty no, ella trabaja no la queremos preocupar. - le digo seria a la rectora.
-Está bien, pero ahora mismo voy a llamar a Antony, esto es desastroso
-Para que los va a llamar hemos venido infinidad de veces y usted no le ha hecho más que encubrirle, solo llame a mis padres por favor- le digo eufórica
-Está bien-hola, señora Mariela puede venir por Lizzie a la escuela, ok la espero.
Veinte minutos tardaron mis padres en llegar, cuando me ven ese estado se quieren morir.
-Pero que te han hecho mi vida- me dice mi madre llorando
-Van a pagar por esto hija, ya verás- dice mi padre demasiado triste al ver mi cabello
-Papa, Mama, estoy ben, solo llévenos a casa, estaremos mejor allá, Katty está muy afectada y necesita nuestra compañía, su madre trabaja siempre y su hermano esta donde sus abuelos, no la puedo dejar sola.
-Claro hijita- dice mi madre ella la quiere como si fuera su hija.
Al caer la noche mi padre llevo a Katty a su casa, mi madre trato de recuperar mi cabello, pero fue en vano, lo perdí todo, ahora si estaba más fea de lo normal, pero eso ya no me acomplejaba, los últimos meses estaba planeando la manera de vengarme de cada uno de ellos, los perseguiría y seguiría sus pasos hasta que supliquen por su vida, todo lo anotaba en mi diario, todo, sus nombres, los días, que nos hacían a la pobre Katty y a mí. Todo lo escribía como si fuera un plan de trabajo para acabar con ellos, me la iban a pagar.
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