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Aquí es donde la magia ocurre, ¿no? Diez años de matrimonio. Diez años construyendo su imperio, mientras yo, Mateo, el "esposo de apoyo", me quedaba en la sombra, cargando con todo. Pero esta noche, nuestro aniversario, mi esposa Sofía no solo brillaba por su ausencia. Brillaba junto a su asistente, Marcos, en una foto, riendo a carcajadas. Una foto que me reveló un Porsche de regalo, y el espacio vacío donde solía estar su anillo de bodas. Sentí el filete en mi plato volverse asqueroso, y el vino amargo. Cuando por fin llamó, su voz fue un fastidio: "Estoy celebrando con Marcos, ¿qué no ves que consiguió un contrato importantísimo?". Ignoró nuestro aniversario, se burló de mi "mentalidad de pobre" por no entender sus "logros reales". Y luego, ese mensaje de Marcos, desde el Porsche que Sofía le regaló: "Gracias por el regalo de tu esposa. Se siente increíble. 😉". La humillación era absoluta. ¿Cómo podía ser tan ciego? ¿Cómo pude permitir que me pisoteara así durante diez años? Toda la rabia contenida, la frustración, la sensación de ser una simple chequera con patas, explotó. Fue entonces cuando tomé la decisión. Se acabó el ser el hombre sumiso. Se acabó la sombra. Preparáte, Sofía. El juego cambió.