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Mi hermana Valeria siempre creyó que mi estudio de tatuajes era una asquerosa pocilga, pero para mí, era mi legado, mi vida. Un día, Valeria llegó con una petición monstruosa: quería que usara nuestras técnicas secretas para convertirla en la réplica exacta de Catalina, la novia de "El Patrón" Javier, a quien ella misma había secuestrado. Cuando me negué, intentando hacerla razonar sobre el peligro que ambas corríamos, se abalanzó sobre mí con un bisturí y destruyó mi rostro, dejándome desfigurada en un charco de mi propia sangre. ¿Cómo era posible que mi propia familia, mis padres y mi hermana, me trataran como a un monstruo, celebrando la falsedad mientras mi vida se desmoronaba? Pero mientras sanaba, un frío y afilado deseo de venganza nació en mí: si Valeria quería su "Catalina perfecta", yo se la daría, y la usaría para cavar su propia tumba.