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La radio crepitaba en el Festival del Vino, una voz estridente acusándome de ser una impostora. «Soy la verdadera hija de Isabel. Sofía es la impostora». De repente, yo, Sofía, la princesa de la enología, la heredera de la bodega, fui la ladrona. Todos se giraron, las miradas convertidas en cuchillos. Mi madre, Carmen, la humilde trabajadora del viñedo, se abalanzó sobre Lucía, suplicándome que la perdonara mientras la golpeaba. Su extraña "protección" solo reforzó las acusaciones, convirtiéndome en el monstruo. Los susurros, las acusaciones, los empujones, la humillación pública se convirtieron en mi día a día. Mis muestras de levadura, años de investigación, fueron destruidas. Fui acusada de vandalismo y expulsada de mi propia carrera. Cuando mi madre, Isabel, apareció con los resultados de un ADN, mi mundo se desmoronó. «Usted no es la hija de Isabel. Y la probabilidad de que Lucía sea su hija es del 99.9%». ¿Toda mi vida había sido una farsa? ¿La mujer que me amaba no era mi madre? Pero Isabel se negó a creerlo, exigiendo una segunda prueba. Mientras, una desesperada llamada de Carmen, la madre de Lucía, reveló una verdad aún más oscura. Mi madre biológica, la misma que me maltrató toda la vida por creer que era un error, planeaba venderme. Armada con una verdad irrefutable y la fuerza de mi madre, era hora de desenterrar el pasado y recuperar mi futuro.