a, una voz familiar llenaba
a bomba q
pagada, ahora sonaba estridente,
nología, la heredera de la gran Isabel. Per
. El murmullo del f
hija de Isabel. Sof
rabajadora de nuestros viñedos, se escuchó claramente,
, mi niña», decía la
acia mí, las miradas se convirtieron en cuchillos. Susurros
lo había contado to
ncia intacta. «Lo descubrí y os cambié de nuevo antes de
truido a ambas. Para mantener a Carmen cerca y controlada, creyendo que su plan había funcionado. P
nto pondremos fin a esta f
e nada ahora. La farsa se había
e a mí, con los ojos
Durante años me has humillado, me
ecir? Mi madre me había adve
lver esto pronto», pensé para mis a
a, irrumpió entre la multitud. No co
tenía unas tij
o y empezó a golpearla en la espalda y los
¡Zas
les. Lucía gritó, no de desaf
dejar de golpear a su propia hija. «Está loca. La
ra grotesca. Una madre golpeando a su hija mient
ural, que en lugar de desacreditar a Lucía, reforz
. «Mira cómo la trata su pr
había visto a Carmen tratar a Lucía con una crueldad helada, siempre a escondi
a de Isabel, no a la suya. Era su pequeña y retorcida venganza. Y por eso mi
a, que cayó al suelo sollozand
a señora Isabel. Lucía es una tonta, yo la cast
esía era
cabeza. Sus ojos, llenos de lágrim
ue no soy la hija de Isabel! ¡Jura que
Se quedó sin pal
ura. La gente gritaba, algunos intentaban ay
a había teni
ectáculo de pay
ndome del caos. No iba a malgastar mi ene
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