Prologo
La vida pasa por los ojos de Sabrina en cuestión de segundos, las balas atraviesan la pared de la habitación donde ella junto a su amante Erick se resguardaban del odio de Adler, el hombre que había hecho sufrir a la mujer que constituyó como suya por tantos años.
El corazón de la chica bombea con fuerza, el hombre a quien le ha entregado su corazón empuña con vehemencia el arma calibre treinta y ocho, que usará para defenderse de los guardias del mafioso que tienen la orden para matarlo.
Las lágrimas salen de una forma desenfrenada de los ojos de Sabrina, ella sabe que es imposible salir de las garras de Adler Schulz, ese mafioso que le ha propinado el amargo sabor de boca que la carcome día tras día.
El padre de Sabrina, Maximiliano Beckett, un banquero reconocido, no tuvo de otra que entregar a su hija a Adler cuando aquella mujer apenas tenía veinte años de edad, todo por una deuda.
Sabrina lloró arrodillada ante su padre, rogando que podría haber otra opción, pero Maximiliano con el corazón en la mano y miles de emociones encontradas, sencillamente cerro los ojos, era eso o morir a manos del mafioso más temido de toda Europa.
-¿Sabes que te amo? -espeta el chico de mirada profunda, Sabrina asiente, ella sabe que con Adler nadie juega y sabe que si no sale pronto de está habitación los dos morirán.
-Yo te amo ahora, te amaré mañana y te amaré siempre. -Erick une sus labios a la mujer que ha amado con locura, Adler es un monstruo sin corazón y sabe que es capaz de matar a Sabrina, si no es de él, no es para nadie más.
El único pecado de Erick es haberse enamorado de la persona menos indicada, en la posesión de Adler Schulz, el mafioso alemán a quienes todos le tienen miedo, incluyendo a la propia madre de la bestia.
Ese ser despiadado, déspota, arrogante y autoritario que ha removido cielo y tierra por encontrar a la mujer que le han robado y no cederá hasta que Sabrina vuelva a él.