/0/12547/coverbig.jpg?v=9301932754bbbe5cc382d263c16c52db)
Un padre viudo marcado por pérdidas. Una chica endeudada que acepta ser novia por contrato. Italo Brandão era conocido como el Barón del Trigo. Lo que tenía de dinero le faltaba de paciencia. Autoritario, permaneció en el trabajo o recluido en su mansión y apenas dedicó tiempo a su hija. Betina tuvo una racha de mala suerte. Con su empresa en quiebra y llena de deudas, tuvo que mudarse. Al empacar sus cosas encontró una foto de su rico padrino y en la parte de atrás un mensaje que decía: cuando lo necesites búscame. Lo necesitaba... mucho. Se armó de valor y viajó, pero descubrió que el hombre había muerto y que quien se encargaba del negocio en su lugar era su hijo maleducado, arrogante, marcado por la vida y falto de empatía, quien la despidió sin siquiera escucharla. su. El destino da sus vueltas y aunque su inconmensurable fortuna podría comprar a cualquier mujer, Ítalo necesitaba la ayuda de Betina y decidió proponerle un trato: hacerse pasar por su novia durante un mes, a cambio le daría la cantidad necesaria para irse. Con lo que no contaba el Barón era que con la convivencia, sentimientos y verdades ocultas por el tiempo harían que las posiciones se invirtieran. Capítulo uno Betina - Un brindis por mi desgracia. - Le levanté la copa al camarero que me miraba de reojo y limpiaba el mostrador a unos metros de distancia. El hombre apuesto, que no parecía saber cómo actuar, sacudió la cabeza y frunció los labios en lo que parecía una sonrisa incómoda. Bebí el vaso de tequila y la bebida bajó, haciendo el trabajo que buscaba cuando entré a ese bar a media tarde: adormecerme. ¡Qué decadencia! Los empleados todavía parecían estar empezando a prepararse para el turno de noche y yo ya me sentía borracho, solo, arruinado y triste. Una mezcla que nunca salió muy bien. Mis ojos se llenaron de lágrimas que me sequé con torpeza y me bajé la falda lápiz gris, que combinaba perfectamente con la costosa camisa blanca que llevaba. Solo tenía veintisiete años y antes de esa terrible tarde, tenía mucho dinero para comprarme esa ropa, además de mucho éxito en mis finanzas e inversiones, pero no era así como me veía en ese momento. . Mi empresa quebró. Antes de convertirme en esa mujer fracasada, fui dueña de una cadena de tiendas de ropa. Empecé con poco y en dos años, con mucho trabajo y decisiones acertadas, me hice grande, pero tuve que cerrar uno a uno para pagar el costoso tratamiento de mi madre... que no sirvió de nada. Hace una semana ella se había ido y me dejó huérfano, además de luchar por mantenerme después de cerrar la última tienda. Fue un rápido aumento del negocio y una caída igualmente leve. No me arrepentía de haber gastado todo lo que tenía para salvarla, al contrario, me endeudaría aún más si eso me diera la oportunidad de tenerla de vuelta conmigo. Sin embargo, ella se fue y lo único que quedaron fueron sus cosas esperando ser empacadas para la mudanza que me vi obligado a hacer. - Una dosis más, por favor. - Le levanté el vaso al camarero, quien pronto me trajo otro tequila