rarme de que no estaban tirándome agua sucia, solo rosas blancas de paz y amor
ababa mis logros, para ella nunca estaba mal, pero tampoco bien. Era cansino vivir así. Compadecía a mi padre por aguantarla durante
espina, ahora lo odiaba. Habían por lo menos diez comandantes en las oficinas de Heart of Reaven, comprend
una daga visual desde la otra punta del des
las playas de San Andrés que me había robado de internet. En algún momento de mi estadía aquí había llegado a adornarla con una foto familiar, pero mamá me la quito en uno de s
nidad para que Aprill crez
que había recibido en ese momento. Los ojos
odo lo que hace. Puede conseguir lo que sea, acepte el viaj
ndo aquellos ojos en blan
enía con el, la única que lo había navegado era yo y el mismísimo Reaven, del resto, a nadie se le permitía
sta. No entendía el entusiasmo, no era cuestión de reconocimie
e por el momento. No estaba aceptando ni negándome
a enviado la secretaria de Aprill. Le escribí una respuesta de dos palabras que la pondrían
o. Comeré fuera. –Le a
l llegar al puerto, unas cuadras más allá de las oficinas principales, me puse mis gafas de sol. Hacia bastante c
ido de los contenedores que subían y bajaban me estresaba de sobre manera. Si
, sofocante a estas horas y encontré a Matt, mi antigua pareja con los pies sobre la mesa llena de bolsas de helados y un aba
blaba entre r
fuera? –Asintió, batiendo con mas ahínc
firme todo el permiso de
Había llegado con una bandea blanc
bécil? –Deje caer la punta del dedo sobre una pila de pa
endo una mala bruja grosera y arpía. M
muñequita que venga y
para que hagas el
firmabas tú
secar el sudor que habían desprendido-. Lárgate de aquí Matt, de haber dicho
a cada segundo que lo veo allí tan pancho dándose air
que hace tiempo ni me inmuta. Traga saliva, la manzana de Adam
o limpio de tu b
lga. Tiene suerte de que sea y quien este delante de él y no la muñeca de April
o tiempo. Dame
su cara. Un maldito mes más
go. Yo no le doy piedad a nadie cuando s
s y me los llevo con la promesa de enviárselos cuanto antes. Odio tener que hacer el trab
da com
ucho aquella voz ronca y masculina. Tengo el culo en pompa, dándole una vi
es un pla
lusa de seda qu
u presencia no es lo más g
uesta del sol es cautivador. Parece un ángel caído en toda su gloria y
aste de bab
no lo
re. –Sonrió-. Eres u
ban. Las chicas de la farmacia preparaban otras cinco qu
que te
asta el moño de montar cajas allí. Mi pequeño deportivo
tan repletas que no podían cerrar muy bien. Marck
que quepa
lto. Solté un pequeño gruñido. Ya el día había sido basta
as en mi coche. –Propuso
a y cuando no. En ese momento sabia con exactitud que aquellas cajas o
agrad
en su auto, igual
uto. –Metí la ultima
illo brillaba con los pocos
una mueca de desagra
ina oleada de conformidad y placer q
si
s voluntarios que estaban capacitados para ofrecer ayuda hacían lo que podían y yo les daba lo que requerían. Hasta allí llegaba nues
dole un aura de tranquilidad y esperanza. Podía escaparme aquí y respirar
medicaban algunos animales. Habían desde tiburones hasta perros y gatos. Hace poco habían traído un perro con gusanos en los ojos que habían a
ida, aunque la infección que tenía en los ojos no le aseguraba mucho tiempo y si duraba e
e dolía a montones entrar allí. Unas s
é te
n el dedo
iendo lo q
ando consuelo barato y no me gustaba q
des para volver a joderte. En cambio, ello no vuelven a confiar hasta que les demuestras que vale la pe
importo que su desconfianza por algo que no le había hecho yo me le hiciera
entro con un overol y una camiseta del logo del refugio y se la entregó a Marck. No me percate hasta
ncontré con su tal
echo una última mirada ante
omo le suministraba una de las medicina
enticia-. El pus a desaparecido y la inflamación también. La próxi
r toda su
a una familia. Seria amado aquí, pero nuestra atenció
ener nada. –Me sonrió
, pero descuidar mis otras obligaciones me hacían trabajar el doble y casi no tener respiro. Podía revelarme alguien, pero no me parecían lo suficientemente buena,
la y lo halle colgando
mos i
el overol. Los músculos le sobresalían y el color azul claro le hací
uridad. El viento soplaba cálido y salado, ondeándome los cabellos de
rmo
e miraba a mí, pero sabía que
en las noches. El ama
do mi espacio. Siempre me habían gustado las lociones masculinas, pero aquella me encantaba de sobremanera. Sentí un suave
tomar
su coche y minutos después llego cor
o para que tuvie
te justo d
los de un lado a otro mientras permanecía de perfil. Esc
ero
arck se acerca despacio. Sus manos tocan mi rostro con delicadeza meticulosa, como si me tratase de una
n sus muñecas alertas, aunque no pienso alejarlo. Me mira con auténtica a
mura antes de impactar sus s
as ansias, como amantes que recién empiezan y quieren cuidar todo por lo que esta dispuestos a luchar. No hay lengua, solo
se aún. Alza la cabeza, mirándom
mo s
olega de Nicolás.
las nubes. Después de todo
que p
punto de cambiar de opinión por un simple acercamiento, la última
m tendido en su cama con todo y ropa. Agotado después de un día laborioso. Me recuesto a su