img Mi corazón se petrificó por él  /  Capítulo 3 | 11.54%
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Historia

Capítulo 3

Palabras:1986    |    Actualizado en: 16/12/2025

ia y una claridad escalofriante. Las palabras de Brenda, sus palabras, las acciones d

delabros, el murmullo silencioso del personal invisible, todo se sentía sofocante. Escuché risas desde la sala de estar. Familia. Mi madrastra, con

ho. Levantó la vista, su expresión cambiando de diversión a irritación cuando me vio. "Abril. ¿Qué pasa ah

ave. "¿Así lo llamas? ¿O es solo otra transacción que

jos. "Cuida tu t

rativas. Mis ojos se posaron en un frágil jarrón de porcelana, una reliquia de mi infancia, un regalo de mi

a murieron. El rostro de mi padre se endureció. Tomé el jarrón, su peso frío en mi

", exigió mi padre, s

on una oleada de ira cruda e indómita, arrojé el jarrón al otro lado de la habitación. Se hizo añicos contra la pa

ó, escondiendo su rostro en el costado de su madre. Mi padre

levantándose de su silla. "¿Tie

d? ¿Mi confianza? ¿Mi vida entera, empaquetada y vendida por tu maldita fusión? ¿Eso es

ntó intervenir. "Abril, querida, por favor.

enos que quieras ser la próxima pieza de porcelana rota". Mis palabras quedaron suspendid

u rostro impasible. "Evelia, lleva a Clara arriba. Ahora". Su voz no admitía dis

í, su voz baja y peligrosa. "Explí

amián Montes. Brenda Villa. El medicamento experimental. La fusión. ¿De verdad pensaste qu

bula. "No sé de qué estás hablando". Intentó sonar

cceso al medicamento experimental de tu compañía? ¿Para salvarla a ella? ¿Sabías que estabas vendiendo a t

atégica, Abril. Un acuerdo mutuamente beneficioso. Damián necesitaba el medicamento, s

usaste como palanca, Padre. Me intercambiaste como una opción de acciones. No te impor

rá nuestro legado por generaciones! ¡Proporcionará innumerables empleos, desarrollará tratamientos que s

tiras? ¿Una vida como una incubadora glorificada para el 'amor inolvidable' de Damián Montes? Eres pat

quieres? ¿Una fiesta de lástima? ¿Una limosna? Tuviste

ro el divorcio. Y quiero renunciar a mi herencia. Cada centav

ible destello de triunfo. Bien. Un heredero menos del que preocuparse. Un reclamo meno

u fría compostura. "Si eso es lo q

a sonrisa amarga jugando en mis labi

rantizado, sin preguntas, indefinidamente. Y a cambio, renuncias a todo derecho al nombre De la Torre, a cada activo, a cada rec

a había preparado mi exilio. La pura frialdad de su movimiento calculad

s y confianza traicionada. Era esto. El corte final. Firmé. Mi nombre, Abril de la Torre, garabateado

na vez, alguna vez, interfieres en mi vida de nuevo, si alguna vez intentas controlarme, o usarme, o incluso pronunciar mi nombre en público, no solo ex

bía tocado un nervio. Le había mostrado un lado de su "chica salvaje" que n

s restos de nuestra relación. El aire exterior se sentía fresco, frío y

l! ¿Estás bien? Papá está furioso. Y Evelia me

dije, mi voz plana.

Qué signif

arte de que te avergüence en tu próxima fiesta de debutantes". Int

no. No

e que pudiera protestar más. No quería h

ueño consuelo. Mis amigos, un grupo variopinto de artistas y espíritus li

poniendo una mano en mi brazo. "

rdad". Les conté todo. La fusión. Brenda. El medicamento. L

luego a una ira cruda. "¡Ese bastardo!", Maya, mi amiga más

abiendo a veneno. "Pero está

tó Leo, su voz suave

mpre lo hizo. Yo fui demasiado estúpida para verlo". El dolor en mi pecho era un dolor so

brazos. "Estamos aquí

ndome a ella. "Eso es to

ró: ¿Lo hará? ¿Siquiera notará que me he ido? ¿Vendrá a buscar

se filtró por las persianas, pintando la habitación con tonos suaves, supe lo que tenía que hacer. Necesita

opa, mi pasaporte. Eso era todo. Estaba dejando todo atrás. Más que solo posesiones, estaba dejando atrás

n un ligero olor a lluvia. Tomé un taxi, mi corazón un espacio hueco en mi pecho. Un nuevo

tenerse a mi lado. Era el auto de Damián. Se me heló la sangre. Me h

os guardias de seguridad de Damián saltó, su rostro sombrío. "Señ

de pasar junto a él. Pero era demasiado rápido, demas

uché, pero me s

ste. Sabe lo del divo

ndo de liberarme. Mi bolso cayó al pavimento,

a. Damián. Salió, alto e imponente, sus ojos como hielo. Parecía completamente enfurecido, una

irada en sus ojos p

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