sta de Eloí
pública. No mi risa, sino la risita aguda de Brisa mezclada con la carcajada profunda y resonante de Axel. Se sen
os se posaron en un toque de rojo vibrante sobre el brazo del sofá. Mi bata de seda hecha a med
ado, sus mejillas sonrojadas. Llevaba mi bata. La seda roja brillaba bajo la luz suave, a
te baja, mi control pendiendo de
on de par en par,
ue no volverías por un tiempo. Dijo que podía sentirme como en casa. -Se encogió de hombros, una pequeña,
me, mi voz ganando fuerza-. Esa bat
risa v
ser tan agresiva, Elo
Es mía. Y estás faltando al respet
detuvo en seco, sintiendo la tensión. Sus ojos, aunque todavía distantes, se entr
quí? -Su voz era agu
do a un tono suave y herido. Se apretó la seda a su alrededor, co
ón suavizándose ligeramente para Br
a. No hagas una escena.
voz temblando con una mezcla de ira
Brisa, un destello d
tadora. -Descartó mis sentimientos con un gesto de la mano-. Honestamente, E
ientos, mis pertenencias, mi propia existencia. Solía saber cuánto atesora
. Había desenvuelto la caja, sus ojos iluminados con genuino placer mientras observaba mi rostro. "Para mi reina", había susurr
hombre que amaba se había ido. Reemplazado por un ext
la bata. Disfruten la champaña. -Me di l
el proyecto del museo. Brisa seguía lanzándome miradas triunfantes, su mano a menudo encontrando el camino hacia el brazo de Axel, su rodilla,
nta se deslizó y un dolor agudo me recorrió la mano. Me había
Brisa, su voz cargada de falsa pre
ió hacia Brisa, su preocup
a mesa, inspeccionando la mano de ella como si yo fuera un animal salvaje
El recuerdo de él preocupándose por mi rodilla raspada de una caída torpe años atrás, limpiand
un jadeo delicado, casi teatral. Se agarró la garganta, su
te. Se levantó de un sal
o? -Le dio unas palmadas en la espald
beza, las lágrimas
de la comida. Sabía raro, Axel. Como... a metal. -S
o su mirada, fría y f
igió, su voz un gruñido ba
yó con estrép
No hice nada! ¡Apenas
oz ahogada contra su hombro-. ¡Siempr
izada. Lo absurdo de la acusación era asombros
bello. Sus ojos, cuando se encontraron
urriendo a medidas desesperadas. -Apartó a Brisa un poco, su rostro una
o hirviendo a fuego lento dentro de mí, de repente se solidificó en algo frío y duro. Él realmente se había ido. El hombre que
broma enferma y retorc

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