img El Arquitecto Que Resurgió  /  Capítulo 4 | 18.18%
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Historia

Capítulo 4

Palabras:1178    |    Actualizado en: Hoy, a las 17:26

sta de Eloí

pública. No mi risa, sino la risita aguda de Brisa mezclada con la carcajada profunda y resonante de Axel. Se sen

os se posaron en un toque de rojo vibrante sobre el brazo del sofá. Mi bata de seda hecha a med

ado, sus mejillas sonrojadas. Llevaba mi bata. La seda roja brillaba bajo la luz suave, a

te baja, mi control pendiendo de

on de par en par,

ue no volverías por un tiempo. Dijo que podía sentirme como en casa. -Se encogió de hombros, una pequeña,

me, mi voz ganando fuerza-. Esa bat

risa v

ser tan agresiva, Elo

Es mía. Y estás faltando al respet

detuvo en seco, sintiendo la tensión. Sus ojos, aunque todavía distantes, se entr

quí? -Su voz era agu

do a un tono suave y herido. Se apretó la seda a su alrededor, co

ón suavizándose ligeramente para Br

a. No hagas una escena.

voz temblando con una mezcla de ira

Brisa, un destello d

tadora. -Descartó mis sentimientos con un gesto de la mano-. Honestamente, E

ientos, mis pertenencias, mi propia existencia. Solía saber cuánto atesora

. Había desenvuelto la caja, sus ojos iluminados con genuino placer mientras observaba mi rostro. "Para mi reina", había susurr

hombre que amaba se había ido. Reemplazado por un ext

la bata. Disfruten la champaña. -Me di l

el proyecto del museo. Brisa seguía lanzándome miradas triunfantes, su mano a menudo encontrando el camino hacia el brazo de Axel, su rodilla,

nta se deslizó y un dolor agudo me recorrió la mano. Me había

Brisa, su voz cargada de falsa pre

ió hacia Brisa, su preocup

a mesa, inspeccionando la mano de ella como si yo fuera un animal salvaje

El recuerdo de él preocupándose por mi rodilla raspada de una caída torpe años atrás, limpiand

un jadeo delicado, casi teatral. Se agarró la garganta, su

te. Se levantó de un sal

o? -Le dio unas palmadas en la espald

beza, las lágrimas

de la comida. Sabía raro, Axel. Como... a metal. -S

o su mirada, fría y f

igió, su voz un gruñido ba

yó con estrép

No hice nada! ¡Apenas

oz ahogada contra su hombro-. ¡Siempr

izada. Lo absurdo de la acusación era asombros

bello. Sus ojos, cuando se encontraron

urriendo a medidas desesperadas. -Apartó a Brisa un poco, su rostro una

o hirviendo a fuego lento dentro de mí, de repente se solidificó en algo frío y duro. Él realmente se había ido. El hombre que

broma enferma y retorc

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