sta de Eloí
n de 'enviar', una parte de mí gritando que borrara todo, que lo quemara todo. Pero el profesionalismo, una parte obstinada de mi ser, me detuvo. Yo
e un colapso del sistema. Mis archivos cuidadosamente organizados, mis documentos
io con el puño. Esto no podía estar
o activamente. Quería asegurarse de que no dejara nada atrás, ni siquiera un historial limpio. Quería que fracasara, espe
daño estaba hecho. El pánico me arañaba la garganta. Sin la transferencia adecuada, parece
isa entró deslizándose,
r! ¡Nadie puede acceder a nada! -Sonaba genuinamente angusti
, la sospecha ten
ber mucho a
ingida-. ¡Acabo de llegar! Quería revisar los archivos del proyecto d
co momentos antes, volvió a la vida. En ella, la carpeta completa e intacta de mi proyecto
ivos? Era demasiado perfecto. Demasiado conveniente. Axel debía haberle dado una puerta trasera, un acceso especial, y luego
nsión, comenzó a hacer clic en los
go que puedo empezar a revisar los diseños de inmediato. ¡No
i estómago. Esto ya no era solo un
tante Proyecto de Museo de Catástrofe de Datos!". Los titulares gritaban su nombre. La aclamaban como un genio, un prodigio, la salvadora del
en esa oficina. Agarré mi maleta, mi corazón latiendo a
Mi teléfono vibró con una alerta: Axel Horne y Brisa Nolasco, del brazo, entrando a un evento de gala. La foto la mo
se trataba de los archivos. No se trata
tantes, llegaron con
í -arrulló Brisa, su voz empalagosame
dió la voz de Axel, ronca e íntima-. Solo nec
en el borde áspero. Las lágrimas, contenidas durante tanto tiempo, finalmente se derramaron. Él le estaba prod
. Un monstruo narcisista y manipulador. -El hombre que había jurado
s de mis dedos, trazando las líneas de mis palmas. Ahora, usaba esas mismas manos para
stancia, a través de la multitud. Una sonrisa escalofriante se extendió por su rostro. No una
aún más cerca, sus la
as silenciosas pero claras, un mensaje brutal entregado
con Brisa, dejándome rota y sangrando en el frío pavimento. Las puertas se
los sueños, todo se había ido. No quedaba nada más que un vacío ardiente y agonizante.
las piezas que quedaban eran afiladas. Y lo cortarían más profundo de lo que él jamás podría imaginar. No solo

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