Instalar App
Historia

Capítulo 6

Palabras:1214    |    Actualizado en: Hoy, a las 15:53

ista de So

s a medio formar e imágenes fugaces. Entraba y salía de la conciencia, y cada vez que emergía

s infancias entrelazadas, nuestras familias compartiendo vacaciones de verano y cenas festivas. Él era el heredero tranquilo y compasivo de una

. Éramos el mundo entero el uno para el otro. Por supuesto, teníamos nuestras tontas discusiones, nuestras dramáticas "rupturas" por cosas triviales, como hacen los jóvenes amantes. Una

él, convencida de que necesitaba "encontrarme a mí misma" lejos de su sombra. Me fui a Europa, ansiosa por d

dido a amar, a nutrir una relación, a valorar la intimidad. Todas las lecciones que había aprendido, a veces dolorosamente, de mi tiempo con Mateo, las volqué en Alejandro. La cul

de pie a mi lado, un testigo estoico de mi nuevo comienzo. Me había dado una dote generosa, un gesto de su afecto perdurable,

alom

miliar. Resonó en lo profundo de mi a

o me dejes otra vez. -Su mano, cálida y gentil, acarició mi cabello-.

era un blanco borroso. Un blanco estéril. No el sótano oscuro y hú

cupación, su mano aferrando la mía. Sus ojos,

rajo nuevas lágrimas a mis ojos venda

ápidamente reemplazado por una sonrisa radiante.

tera, un grueso fajo de billetes apareció en su man

quilos y sin pretensioniones. El rostro de mi madre, usualmente tan sereno, er

mi lado, las lágrimas corriendo por su rostro-

a en la mano, sus ojos ardie

usto. -Apretó el hombro de Ma

ando-. Tres largos días y noches has estado incons

a de mi pad

staba jugando con un pequeño centro de bienestar. No ha visto lo que pasa cuando tocan a mi hij

con trajes sensatos, siempre hablando en tonos medidos. Siempre se había presentado como un hombre de negocios

ario. No se dio cuenta de que cada "inversión" que hizo en tu pequeño santuario, cada expansión, cada empresa rentable, en realidad estaba siendo guiada estratégicamente por

n una mira

s al extranjero. Nunca tendrás que volver a ver a ese monstruo. -Acarició mi cabello, su toque infinitamen

e enfrente llamó mi atención. Un canal de noticias estaba ence

hija pequeña a manos de la dueña del santuario, Sofía Valdés. La Sra. Luna declaró que su hija podría sufrir una desfigura

máscara de dolor, lágrimas corriendo por sus

¿Cómo pudo alguien hacer esto? La cara de m

fue una risa al fin y al cabo. ¿Marcada para siempre?, pensé. Usó ácido en su propia hija. H

ojos ardiendo con una n

an. Pero antes de irnos... tengo algunas cosas que resolver aquí. No me iré hast

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY