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Historia

Capítulo 2

Palabras:1205    |    Actualizado en: Hoy, a las 15:53

ista de So

que me decía cuando estábamos enamorados, antes del accidente. Ante

a astilla de esperanza, afilada y peligrosa, atravesó mi r

entira, aplastando esa pequeña chispa de esperanza-. Usted

lados pero perdiendo esa mirada intensa y buscadora. De hecho, parecía aliviado. Aliviado de que yo no fuera la m

bservando con un puchero confu

ies feos si no me dan un masaje decente. -Se dejó caer en la cama, exigiendo su atención-. Y esta habitación es bonita, pero

cansancio hasta los huesos que iba más allá del d

rza, los padres de Alejandro, entraron como un frente frío. Estela, una mujer cu

stela, envolviendo a Ximena en un abraz

star calculando, le dio a Alejandro un seco asentimiento

lia. Este lugar, este santuario -dijo la pa

ra invisible para ellos. Lo h

falsa dulzura-, Ale, cariño, tenemos un pequeño detalle para

a el collar de la familia Valdés. El collar de mi abuela. Mi dote. El que me h

ra un símbolo del legado de mi familia, un pedazo de mi historia. Ahora, se lo

mó Estela-. Un ajuste perfecto para la

ervino, su

. Solo este... pequeño negocio tuyo. Ximena, por otro lado, nos da esperanza para el legado de lo

habían sido la banda sonora de mi jaula dorada. Cada día festivo, cada reunión familiar, una nueva andanada de insultos

a sonó. Contestó, su

en altavoz-. ¿Extrañan a la abuela? ¿No? Oh, bueno, ¿adivinen qu

escuchar las vocecitas

es mala! ¡La tí

ela al teléfono-. ¿Qué debería

de niño

mpú

uerza sorprendente. Me dio una fuerte bofetada en la cara. El agudo esco

no. Me iba. Pronto. Muy pr

observando todo esto, de r

oz cortante. Puso una mano en el bra

sorprendida,

merece! ¡Es u

dro negó co

que no pude descifrar, luego miró mi muñeca

é la opo

e, con la voz tensa. Me di la vuelta y prácticamente cor

a vibrar. Clara. *El socio acaba de confirmar la tran

dió. Hecho. Finalmente estaba hecho. Ahora, solo necesitaba llegar a c

ica de mi escape. Mi padre lo había arreglado todo. Un co

de detrás de un arbusto en maceta, bloqueando mi camino. Los hijos de Alejandro. Eran l

yor, un mini-Alejandro con su

ar! -intervino la niña, su rost

ndo de pasar junto a ellos. Mi muñe

pequeña y colorida pistola de agua-.

parente salió disparado del juguete. Me golpeó en la cara,

dieron la vuelta y corrieron, sus pequeñas fi

go. Mi visión se volvió borrosa, las lágrimas corrían por mi cara, mezclándose con el fl

lanco, el mundo girando a mi alrededor. El olor a carne quemada

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