Instalar App
Historia

Capítulo 4

Palabras:1159    |    Actualizado en: Hoy, a las 15:53

ista de So

lanco y cegador de mi habitación me miraba fijamente. Mi cuerpo dolía con un palpitar sordo y persist

bía. ¿Mateo? Tonterías. Una alucinación por el dolor. Siempre había descartado cualquier cosa que no encajara en su estrecha

era fría

así seguirás. -Su voz era plana, desprovista de la confusión anterior-. No vuelva

un brillo calcul

e he estado invirtiendo y expandiendo sutilmente para ti, seg

No le daría la satisfacción de una respu

speranza: el coche que mi padre había arreglado

a que pasaba había ido minando mi espíritu, erosionando a la mujer vibrante que una vez fui. El dolor era un compañero constante, u

había ido. Reemplaz

soluta e irrevoc

pantalla, una suave sonrisa asomó a sus labios. Era

vesó el teléfono-. ¡La bebé! ¡Algo anda mal! ¡Está sangrando

teléfono de un golpe. Sus ojos, ahora ardien

la cama, mi piel aún sensible gri

maníaco, los neumáticos chirriando, dejando un rastro de goma en el pavimento. El s

ro perfectamente maquillado surcado por lágrimas fingidas. Sus ojo

us uñas se arrastraron por mi mejilla, dejando marcas

apartarla-. ¡Revisen las cámaras d

as, se adelantó tropezando, su rostro pálido y temb

La vi! La señora Valdés... ¡

la sangre

, su voz quebrándose-. Me ofreció una gran suma de dinero para... para lastimar a la bebé, solo un

sadilla. Una pesadilla malicio

mi voz ronca-. ¡Está min

itud de clientes, atraídos por

o! -gritó

iero mi dinero de vuelta! ¡No pu

o estaban siendo inundadas de odio. Llamadas a boicots. Mi socio, el que acababa de confirmar la transferencia, llamó, su voz t

da de los brazos temblorosos de Ximena. El labio de la infante estaba hinchado, un

su voz un susurro escalof

ó Ximena, aferrándose a su brazo-.

nunca apartándose de los míos. Su voz bajó a

pavor, una manta sofoca

do la cabeza-. Por

za, forzando mi barbilla hacia arriba. La primera puntada. La aguja atravesó mi labio, un dolor agudo e insoportable. Grité, pero no salió ningún sonido. Solo un ruido desgarrador y áspero. Otra puntada. Y otra. El hi

stido blanco puro, un marca

vaba, su expres

ita no ver nada. No oír nada. No decir nada. -Se volvió

atrapado dentro de mis labios cosidos. El guar

ita entender que nunca volverá a hablar, ni a ver, ni a oír si se atreve a cruzarse en mi ca

rota e histérica. Pensé en mis decisiones pasadas. Mi amor ciego. Mi tonta esperanz

n todo lo que tenía. Y él me había

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY