/0/21018/coverbig.jpg?v=685d7936e8c678f1fb1dcbc8df871cfd)
e de auto que me costó las piernas, a mis padres y a mi bebé nonato. Lo
nca para mantenerme en silencio y sumisa. Fui su marioneta, una bailarina rota c
greso, confesándolo todo frente a una audiencia en vivo. Admitió que falsificó las fo
un amor retorcido y posesivo q
vo un precio. Él ya
ban a muerte, tuvo una
ítu
sta de Elen
a Gregorio Tillman afuera del Registro Civil de la Ciudad de México. Ocho años.
razo. Ella sonreía, con los ojos arrugados en las comisu
l fantasma del hombre que solía conocer. Sus ojos, antes
su repentina quietud. Siguió su mirada hasta mí, su sonrisa va
rporal era una mezcla confusa de protección y arrepentimiento. Intentó ocultar el acta de matrimonio recién firm
solían estar mis piernas, ahora ocupado por el metal liso e insensible de mis prótesis. Mis
iva con d
susurro áspero. "Yo...
calofrío por mi espalda. El dolor fantasma en mi
ojos, llenos de algo que podría habe
ñida con el tipo de remordimiento ensayado q
en el aire, pesada y sin sentido. Como
o. Su esposa, ahora completamente desconcertada, dio un paso
ndo una falsa fuerza. "Pero quiero ayudar. Económica
bó mi carrera, mi familia, mi libertad
quitaste todo. Mi danza, mis padres, mi nombre. Me incriminaste por el accidente d
dor, y luego los fríos barrotes de acero de una celda. Mi mundo, que alguna vez fue un escena
ó, su mandíb
Pero he cambiado, Elena.
fuego silencioso ardien
enmendar, Grego
, pero extendió un braz
jame ayudarte. Te lo
una burla. Ya me lo había quitad
o", dije, mi voz endureciéndos
fría de la tarjeta laminada. No era mía, por supuesto. Pertenecía
le, y la sostuve en alto, asegurándome de que pu
vida, Gregorio.
tando del acta a mi cara, y de vuelta.
", tartamudeó,
una sonrisa empalagosa jugando en mis labios.
Vi cómo el color se desvanecía de su rostro, una perversa satisfacción florec
geramente mientra
octor? ¿Quié
tarjeta, intentando arrebatármela. Me eché hacia
s ojos, dejando que mi mirada se detuviera en los suyos. "Mi v
e clic contra el suelo de mármol. Necesitaba escapa
gritó detrás de mí,
Cada paso era un desafío, una d
, agarrándome del brazo. S
a! Estás cojeando
era una broma cruel y retorcida.
tirón brusco. "Ahora tengo a alguien que me cu
ta, mi voz cl
Tienes una nueva esposa. Ya no t
e permanecía congelada, observándonos co
elve con tu nueva nov
con fuerza, un tambor salvaje contra mis costillas. Habí
una última vez, un lamento que me siguió por el
re, la voz cálida y familiar de Kar
lena, ¿est
ebotando contra su cadera. Sus ojos escan
? ¡Estás s
cable de mi prótesis, un pequeño corte en el metal, demasiado nu
, con la voz ronca
i pecho contaba una

GOOGLE PLAY