Elisa
stros tres años de matrimonio, do
del espacio que él debería haber estado ocupando. Recordé nuestra noche de bodas, escondidos en
No importa cuán grande sea la pelea, la resolvemos. Las habitaciones separadas s
ico que jamás había escuchado. Ahora, eran solo otra promesa
en una oscuridad profunda y aterciopel
un movimiento en el colchón, un calor extendiéndose po
jan
atrayéndome hacia él. Enterró su rostro en mi
n murmullo bajo y suplicante-
cielo de tinta. La disculpa se sentía hueca, un guion ensayado que estaba
uí? -pregunté, mi vo
ó su
te-. No dejamos que las cosas se enc
na única lágrima caliente se escapó y se deslizó por mi sien, desapareciendo en la seda de la funda d
tamiento-. Arruinó una presentación y tuve que arreglar el desastre. Eso me puso de un
atravesó mi pecho. Un regalo. El v
cuidadosamente neutral. Lo estaba poniend
había usado los datos incorrectos en una propuesta a un cliente importante, cómo había llorado en su oficina, cómo él había pasado horas consolándola y arre
gizaba. Prosperaba siend
lencio, porque de
uteloso y tranquilizador-. No debí desquitarme contigo. No ha
me
nes que ser su caballero de brillante armadura. Mientras tanto
so rígido. Lentamente retiró su mano,
nico sonido en la habitaci
voz tan baja que
bí haberme ca
o durante meses. Las palabras quedaron suspendidas en la oscuridad, finales e irrevocables. No había elegido una vida conm

GOOGLE PLAY