Elisa

y distantes compartiendo una casa. El aire estaba cargado de palabras no dic

ndo hasta tarde", enviaba por mensaje. "Cena con un cliente

ara él. Dejé de e

de maletas de diseñador que nunca usábamos, las encontré. Caja tras caja de utensilios de cocina nuevos y de alta gama. Una batidora de pie en

ntribuir a nuestra vida juntos. Verlas ahora, acumulando polvo, se sentía como mirar un museo de mi yo olvidado. Cada caja er

sona? ¿Esta mujer cuyo mundo entero giraba en to

brillando con lo que yo pensaba que era amor. "Deberías dejar ese estresante traba

tiene un estómago delicado", me había advertido, sus ojos escaneando mi sencillo vestido con desdén. "Tu

origen de clase media era una fuente constante de desprecio silencioso en su círculo. A

visitas a obras, a mi sueño de dis

as planchadas. Dirigí a un personal de diez personas con una eficiencia silenciosa. Planifiqué sus c

y despectivo comentario de su nueva persona favorit

a lo que supuestamente servía, e

entro de mí. Un clic silen

oné. Arrastré cada una de las cajas a la banqueta y las dejé

a que no me había permitido comprar en años. Vestidos elegantes y entalla

madre aprobaba, sino un labial rojo audaz y un delineador de ojos afilado y alado. Me tomé selfies, docenas

de arquitectura. Publiqué una foto mía, sonriendo, con un vestido amarillo vibrante, el horizonte de la Ciudad

os olvidados. La pasión que creía muerta solo estaba latente. Regresó con fuerza, lle

ortaba si vo

ortaba con q

ndo se cansaría finalm

or pieza, hasta que todo lo que quedaba era un fantasma