Elisa
servando la entrada en busca del barrido de sus faros, habían terminado.
un santuario pero que ahora parecía una tumba bellamente decorada. Me acosté en nu
e Alejandro apareció en la pantalla. Dejé que sonara, una pequeña y amarga parte de mí q
Bu
que respondió. Fu
e, teñida de una preocupación fingida que me
l teléfono apre
nde está Alejan
a y displicente-. Un poco demasiado bie
tilleaba contr
nde
damente, su tono goteando una falsa inocencia-. Todo el equipo vino para tomar una última copa, pero todos los demás ya se fuero
Era una maestra en este juego, pintándose a sí misma como la amiga resp
rategia con perfecta claridad. Esto no era una llamada de
éfono -dije, mi
si pueda de
Al. Teléfon
mientras se movía. Escuché su voz melosa de fondo:
su voz llegó, espesa po
El
ro? -pregunté, aunque
palabras-. Estábamos... estábamos
pregunta sonó débil, incluso pa
mi pregunta-. No quiero ir a casa. Es demas
ón por la que encontraba su hogar aburrido? ¿Era mi presen
la pregunta se me escapó an
de qué? -murm
susurré-. De c
. Podía escuchar el débil sonido de la
e, su voz un eco hueco del hombre con
la estaba de nuevo en la línea, su voz un agud
Elisa. Creo que es me
lejos del teléfono, con un tono
rtate! Me estás ha
de repente sonó agudo y sobrio. Demasiado sobrio p
rlona-. Dile que no se preocupe. Después de todo,
continuaron reverberando en mi ment
e la familia Montero había omitido convenientemente. Alejandro e Isabella, productos de dos familias poder
oró de mi pasión, mi independencia, mi "autenticidad". Había cancelado su compromiso con Isabella, des
olían seguirme por la habitación, llenos de una luz que ahora
lo me había elegido a mí; la había rechazado a ella, y ahora, al parecer, estaba pasando cada momento tratando de deshacer esa decisión. La vida tranqui

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