img Mi Primer Amor, Mi Última Venganza  /  Capítulo 2 | 20.00%
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Historia

Capítulo 2

Palabras:1342    |    Actualizado en: 23/10/2025

sta de Jime

tas discusiones de mis abuelos. Era un sonido familiar, un eco sordo de mi propia infancia, y aprendí

no despertó una mañana. Un infarto mient

ó al mundo, culpó a los doctores, lo culpó a él por dejarla. Nunca me habló, pero sentí

n roto. La encontré en su mecedora, con una colcha a medio termina

fana por s

os amables, me llevó de regreso a la ciudad. Habían local

padre y una mujer que nunca había visto hablaban en tonos bajos y urgentes con la

lina. Tenía los brazos cruzados con fuerza sobre el pecho. S

na se arrodilló frente a mí, forzando

.. esta es una s

ando mi mirada. Parecía más viejo, más cans

charían de nuevo. Me enviarían a un orfanato con extraños. La i

o a toda prisa-. Sé cocinar. Sé limpiar. P

lá de ella,

Pa

vi nada allí. Ni amor, ni remordim

Mi instinto de supervivencia, perfeccion

bra sabiendo a ceniza en mi boc

nuevo a mí. Una niña pequeña, menuda para su edad, que ya estaba entren

su de

onrisa volviéndose un poco más genuina-. Po

stuve de pie junto a la hija de Catalina, Amalia, que

mí me dieron un colchón delgado en el suelo de su habitación. Amalia consiguió zapatos nuevos para la escuela. Yo her

me miró desde el otro lado de la habitación,

tus verdaderos pap

cí pero no

biando de tema-. Y puedo contarte cuentos

ider -dijo, pareciendo

Estaré aquí si

se la vuelta y d

el desayuno. Era la última en acostarme, después de lavar los platos. Llevaba y traía a Ama

a molestar a Amalia, llamándola por apodos. Yo

dije, mi voz temb

s chicos

ué, n

utal. Terminé con la nariz sangrando y la ca

a suya se contrajo de rabia. No preguntó qué pas

a que eras un problema! ¡Lo sabía! -Me empuj

entonces, atraí

está p

só Catalina, señalándome-. ¡A

la injusticia doliéndome más que

e mi padre

o voló, golpeándome en la mejilla. La fuerza me hizo ca

propias lágrimas-. ¡Está diciendo la verdad! ¡Estaba

mano aún levantada. El rostro de

davía llena de ira-. No debiste sacarla de la es

su cuarto, lanzándome una última mirada de odio por encima del hombro. Me quedé en

Amalia se acercó sigi

ele? -s

lla. Estaba hinc

a -dije, y las pal

e mí. No importaba lo que hiciera. No importaba si era buena o m

inero escaseaba. Catalina y mi padre se sentaron

cuela decente -dijo Catalina, sin siquiera intentar ocul

dre a

ón. Amalia

so de mi propia anulación. Debía quedarme en casa, continuar mi papel de sirvienta y niñera no remun

pizca de culpa. Llegaba a casa de la escuela

, esto es lo que apre

o palabras difíciles de su libro de literatura. Yo era una esponja hambrienta, a

números y las palabras abriéndose ante mí, sentí un destello de algo casi como

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