a se abrieron y el día d
mí en el altar, con los ojos clavad
la fuera la novia, dejándome a mí
ndome su amor, escudándose en e
contrar las maletas de Camila ya
ítu
de la iglesi
ndo las motas de polvo que danzaban en
a en el umbral, una silueta contra la luz. Era una muje
su cuñada. Su cuñad
ra, que sostenía su ramo, tembló. Miró al hombre que est
alidecido. Su son
taban fijos
or el pasillo. No corrió, pero cada paso estaba cargado de una determinación q
fuera la novia. Los invitados los miraban fijamente, sus susurros cada vez más fuertes. Alejandra
milia. La ayudó a sentarse, su mano demorándose en su hombro.
ltitud, un amigo de la famili
ly! ¡Cuidando a la
, a un hombre honrando a su hermano muerto. Alejandra solo veía al hombre que acaba
lesia. No podía respirar allí dentro. Necesitaba irse. Est
de ella, rápidos y
x, es
aciéndola girar. Sus ojos est
ayas. Po
os. -Su voz era
justo ahí, en el piso pulido. Se aferró a su mano, con la cabeza gacha-. Es mi culpa. Mi hermano.
seguir amando al hombre que se suponía que era. Su determinación flaqueó. La im
s lágrimas-. Te juro que solo eres tú. Solo... solo da
a frágil, perdida, sin ningún otro lugar a donde ir. Dijo que era su d
r encima de la traición que acababa de presenciar. Dejó que la llevara de vuelta
ceremonia. El
n a su nuevo hogar. Las maletas de Camila
-anunció Carlos, no como una
de casarnos. Est
simplemente echarla a la calle. Es solo hasta que nazca el bebé. -La miró
ella a
e la viuda desamparada y afligida. Necesitaba un vaso de agua en medio de la noche, y solo Carlos podía dársel
s masajeaba los pies hinchados de Camila. Hablaban en voz baja, compartiendo r
la firma de Carlos. Estaba sentada en la mesa pr
z, su voz lo suficientemente alta para que toda la mesa la oyer
mpasivas y llenas de lástima de sus colegas. La dejó para que diera excusas por é
a de náuseas golpeó a Alejandra, y una frági
embar
a era la respuesta. Esto los arreglaría. Su propio hijo. Una razón para que C
cena especial. Llegó a casa temprano, con
Oyó voces desde la recáma
ó Camila, un sonido de puro
ra se heló. Empujó l
de embarazada expuesto. Carlos estaba arrodillado a su lado, frotand
iendo? -La voz de Alejan
máscara de culpa. -No es lo que parece. Tenía
a, tan insultante, que r
cama, Carlos. Sác
nzó él, su voz adoptando un t
ra se elevó, temblando con una furia que no sa
ara hacer una maleta, para al
bloquearle el paso. -
blar! -gritó ella, trat
gritó él, agarránd
ar un pequeño y teatral jadeo. -
desvió instantáneamente de Alejandra a Camila. Vio
gruñó. La empujó, con fuerza,
fombra. Cayó, su costado golpeó el borde de una cómoda de madera
la mano en el vientre. -Carlos, creo que estoy bi
Corrió hacia la cama, su rostro grabado con pánic
como si fuera de cristal. La llevó hacia
uelo. Sus miradas se encontraron por una fracci
falsa mirada de preocupación había desaparecido. En su lugar, había un destello
se f
na sensación viciosa, como un cuchillo retorciéndose. Miró hacia aba
ng
sesperado. El sonido fue tragado por el pasi
erse entre sus piernas
más fuerte, un sollozo ahogándose
de su auto arrancando en la entra
el leve y dulce olor del aceite que él había estado frotando en la piel de Camila. El recuerdo de su p
ndo era borroso y silencioso. Un doctor con ojos amables y tri
se hab
nstaló en ella. Era un dolor t
-preguntó, co
ña foto clínica. Un ultrasonido. Un fantasma diminuto y
mucho, mucho tiempo. Esto
po. No habría más oport
ar a un hijo que había ayudado a matar. No
él recibiera un regalo.
elegante caja de regalo que había comprado para su cumplea
o. Buscó en sus contactos un nombre que había bloqueado hacía meses, un nombre del que Ca
Sand
el botón