uicidarme. En cada ocasión, mi cuñado
Eduardo, a quien daban por muerto en un accidente aéreo. El grabado en la parte trasera dec
mpicones de mi habitación del hospital y escuché voces desde la sala de espera. Era Karla, la prome
ra?", susurró Karla. "¿Y si se da cuenta de que no eres Damián?". "No lo hará", dijo Edua
cuñado, era mi esposo. Mi esposo, vivo y respirando. Y me había visto sufr
Pero entonces, un nuevo pensamiento, frío y afilado, atravesó mi do
ítu
cera vez que in
segunda, me corté las venas. En cada ocasión,
nsión de la familia Garza, el viento azotando
altar, un brazo fuerte me rodeó
a áspera por el agotam
austera de un hospital. El olor a
y cansado. Karla Aguirre, su prometida embarazada, lo seg
era baja, llena de un hastío que me caló hond
ilencio. Tenía un nudo en la ga
e duelo. Pero también tienes que pensar en nosotros. Damián está
as eran solo ruido, desvaneciéndo
r mi hombro, pero luego la dejó caer.
ansa un po
siguiéndolo de cerca, su mano en la de él. La puert
me golpeó de nuevo, un peso f
un majestuoso encino se erguía contra el
mi esposo, bajo ese mismo ár
do, asegurándose de quitarle todo el ga
s de gardenias, mi flor favorita, solo porque
an silenciosamente
y felicidad se había convertido
vado se había estrellado en la Sie
menor, Damián. Eduardo, el célebre magnate de
ceptarlo.
mundo sin color, sin senti
ya no te
vió. Tenía que salir de es
ma, mi pie golpeó algo en el suelo. Era el s
do en el bolsillo se deslizó y cayó a
aró el
eaños número 30 de Eduardo. Me tomó dos años y un viaje a una comunidad reemblaron al
ado personalizado era inconf
qué Damián tenía el reloj de Eduardo?
l cuerpo. Tenía que saberlo.
la habitación, con la
rovenientes de una sala de espera vac
o. Es tan frágil". Era la voz de Karla, per
respondió una voz de hombre. Una
Mi cuerpo se quedó c
voz de
n" estaba de espaldas a mí, sos
arla, con la cabeza en su pecho. "¿Y s
olor es demasiado profundo. Ve lo que quiere ver. Y esto es lo q
rla, acurrucándose más. "No pued
on mi visión, silen
cones, con la mano apretada cont
o, el hombre que creía que era mi cuñado,
dolor, creyendo que yo era una muñeca frágil que podía
eraron, crudos y agonizantes. Mi mundo entero hab
onó de repente. Lo miré, mis lágrimas se
i voz un su
tás bien? Me enter
solo escuchaba
con cautela, "pero tal vez... tal vez es hora d
i mente dando vuel
aba soltando. "Ha estado preguntando por ti durante meses. Es un hombre tan bu
e aquí. Lejos d
ío y afilado, atravesó m
i voz sorprende
, mi
aniel que
por un momento, atónita. "¿De
estoy lista para empezar de nuevo. Pero él tiene que enca
antes de que pudier
n mi mano. El grabado brillaba en
ga se escapó
mpre se hab
mis dedos apretando el reloj. Bien. Lo seré