negro después de qu
uiente que supe fue que Alejandro estaba de pie s
qué duermes
preocupación, del tipo que
me permití fingir que esto era real. Me acostó suavemente en la cama y me t
l café con dos de azúcar y que ponía protectores suaves en las esquinas afiladas de los muebles porque yo era
s. Pero el regreso de Sofía había sido como un
dos, no queriendo ver
inclinando mi bar
errinche, Ava. T
he? ¿Eso era lo que é
mano. La abrí. Dentro, sobre el satén, h
el ti
momento después, la voz de S
darle a una chica un solo ar
con una sonrisa de suficiencia en el rostro. Deslumbrante en
lo que a ell
rás, en el blanco estéril del hospital. "Te dar
ahora. Yo no era más que alguien que
do me atrave
ctuando como si fuera la dueña del lugar. Co
sándose en mí-. Ava, eres tan buena cocin
den, no un
n -dije, mi voz a
compuso al instante. Le h
quiere aqu
uncido por la molestia. No con ella. Conmigo-. Av
tando como a
demasiado cansada, demasiado rota. Me ar
borrosa por las lágrimas no derramadas. Tropecé con el tapete, el que él hab
icó mi brazo. El dolor f
it
rió hacia mí. Corrió hacia Sofía, que
su voz frenética de preocupación mient
le había p
a, levantando su mano perfectamente intacta
ió corriendo por la pue
cina, con el brazo ampollado, el c
ma del pasado, susurrando: "Te prot