chirriaban cuando el viento pasaba. En el tercer piso, puerta 3B, Elías comenzaba su mañana como si
ariciaba su cabello desordenado y hacía brillar los colores que tenía en la paleta. Pintaba con el mismo
jo ella alzando la mano, s
espondió él, levantan
sus balcones, compartiendo ese pequeño instante de comp
artista, caótica, apasionada. Lo sacaba de su lógica sin esfuerzo, aunque ella no lo supiera. Vivían puerta c
tar cerca de ella sin romper nada. Porque la verdad -esa que guardaba
tó Luna, colgando una tela en
ntar un edificio sin ventanas. -Frunció e
a que le hizo cosq
a luz. -Y luego añadió-: Esta noch
dió sin pensar
erdido la cuenta de cuántas noches habían compartido platos, risas y
lías se quedó unos segundos más en el balcón. Observó cómo la tela colgaba al vient
curridor de platos -por si Luna se le ocurría pasar sin avisar- y una libreta ne
olígrafo
ra en la cara. Era a
e eso para saber que su dí