alquiera, deseando llegar a casa y abrazar a mi amada Sofía
agresivo, apareció por mi retrovisor, pegándose a mi pa
ente, me cerró el paso una y otra vez, riéndose y levant
insoportable, pero me repetía a mí mismo: "Por Sofía, Ri
del espejo retrovisor del Porsche, una réplica exacta del amuleto que le reg
o de la traición me caló hasta los huesos. No
rabia se transformó en una calma hela
con quién se
me det
ioso, y el rugido de mi máquina, como un hal
cordeón de fibra de carbono destrozado, mientras mpecho, no por la adrenalina, sino por un dolor oscu
! ¡¿Sabes cuánto cuesta
me gritaba, exigiendo, a
veía a un si
que se acostaba
a ella, ahora en sus manos, com
de nuestro amor, profanado
aterradora
hacer n
ónde llegaba la ma
ber toda
supe que no tendrí