é que el agua caliente cayera sobre mi cuerpo, tratando de lavar la sucie
enso, un color que gritaba poder y confianza. Ricardo seguía durmiendo como un bebé, c
tué con una normal
ije, dándole un beso fugaz en
mando su taza de café. "Aunqu
alía tan natura
er, cada movimiento, cada gesto. Recordé todos los desayunos que habíamos compa
stúpidamente, había
al día en que Carmen llegó a
folio lleno de bocetos que, aunque amateurs, mostraban cierto talento. Tenía una historia triste
ejo de mis propios inicios, ant
nidad. La contraté como
e te guíe" , le dije en su pr
titud. Me abrazó y me
bajadora, eficiente, siempre dispuesta a aprende
o perfectamente cómo la miró. Con esa intensidad depr
" , me dijo esa noche. "Tienes
rmen empezó a te
que su novio, un tipo celoso y violento, la habí
tengo a dónde ir. Si lo dejo,
mpre he luchado por el empoderamiento feme
a noche. Le conté la
guirle un departamento pequeño, lejos de ese tipo. Y
ró increíblemen
pes, yo me encargo de todo. Buscaré un lugar seguro para ella,
e en
lugar seguro para la pobre y desvalida Carmen.
e antes. Tuve que agarrarme del
, preguntó Ricardo, con una
la espalda. "Solo pensaba en lo mucho
me parecieron el océano más honesto y que
ue yo pagué? ¿En el coche de la empresa mientras yo estaba en una reunión? ¿O
dentro. Pero no dejé que nad
levanté de la mesa y
je con una sonrisa helada. "Tenem
icardo con su omelet y sus mentiras. La guerra