inuto de mi vida a un hombre que apenas me veía,
preparé su pastel favorito, decoré su ap
o, sino de la mano de Sofía, una mujer alta
a caja con todos nuestros recuerdos a la
fueran
des, una asistenta personal, y vi cómo me desechaba
uevo con Sofía, protegiéndola bajo su paraguas mientras yo, e
caja y me ordenó: "Ya te di
"Déjala, mi amor, es lo ún
tan ciega, tan patét
el vaso; decidí que ya no
a la basura, y mi voz se alzó con una certe
chando a Mateo gritar: "¡Sabes
uta claridad, que ya no volv
or fin, ib