hubieran decidido salir de golpe, manifestándose en un calor que me quemaba desde adentro. Mi cuerpo, que había aguantad
. Me arrastré fuera de la cama, sentía cada músculo adolorido, cada hueso pesado. Me asomé por la ventana de mi p
bolsa negra y rota, vi un
mi c
quedaba
o la lluvia torrencial, que empapó mi pijama en segundos, el agua fría corría p
cuerdos, aunque estuvieran rotos y manchados. Saqué la foto de la graduación, ahora doblada y
lujo se detuvo bruscamente a mi lado, la ventanilla del copiloto bajó, y la cara
su voz goteando veneno. "Rebuscando e
la cabeza de Sofía, protegiéndola de la lluvia que a mí me estaba congeland
s haciendo? Levántate, está
pedazos rotos, mis manos temblaban
trozo de la caja con la punta de su zapato
oltó un
es lo único que
dillas temblaban, pero mi espalda estaba recta, los miré a los dos
en mi mano y, con toda la calma que pude reuni
extrañamente firme, clara a pesar
ia mi edificio, sentía sus m
a fastidiada, sino confundida, casi incrédu
uve, no m
"¡Deja de hacer berrinches! ¡Sa
o y, antes de entrar, me gir
vez, la palabra no sonó a d
, la arrogancia luchando contra un
tomó de
hé que decía mientras la puerta se cer
probablemente convencido de que tenía razón, convencido de que yo
o para siempre, el amor que sentía por él, esa devoción ciega que me había consumido