ueña choza, cargada de una te
cesar mis palabras, como si hubie
apenas un susurro incrédulo. "¿E
eramente, se acercó a mí y me tomó por los hombro
u rostro fue quemado por los dioses como castigo por sus pec
, sin apartar la
que dicen de
tos jóvenes buenos en el pueblo, guerreros valientes, artesano
anco, sus manos cuidadosas recogiendo mis
ra un m
nreía y encantaba a todo
"Es un hombre poderoso, abuela, y como curandera, necesito un esposo que entien
dias, pero era la ú
scando algún signo de lo
s que una determina
bromeando, que mi
na rendici
e realmente quieres, si crees que él te protegerá
sintiendo una oleada de
e la preocupación n
rreglos, dejándome sola con mis pensa
s organizaba mis hierbas medicinal
e detuvo por
n e
lel y
iso, y Tlacaelel entró con la arrogan
razo, mirándome con una sonr
alidez que ahora me revolvía el estómago. "Escuché la extra
era el chiste más
a, sé que siempre has estado enamorada de mí, así que h
tó una risi
contigo, Xochitl, deberías est
abras me habrían hecho flot
o sentían
s vi como realmente eran: un hombre cruel
lió fría y cortante como el fi
tarde, T
risa v
uieres
o", anuncié, saboreando e
en su rostro, no estaba acostumbra
é tonto se atrevería a i
la vuelta y volviendo a mis hierbas, dándoles la
, podía sentir su furia
o! ¡Tú me pert
e, una sonrisa gé
o, y nunca lo haré, aho
jadeó, o
treves a ha
la había puesto para mi protección, dos jóvenes que hasta ahora habí
autoridad que nunc
bre y a esta mujer
aron, mirando de
mi tono no dejó lug
almente, se movieron, agarraron a u
¿Saben quién soy?", rug
te día, Tlacaelel y Citlali tienen prohibida la entrada aquí, si intentan volv
Tlacaelel y Citlali fue m
fuera, gritando i
y por primera vez en dos vidas,
apenas hab