o el perfume del trabajo duro para Armando, hasta el dí
ía, y cada palabra fue un golpe seco, pero la realidad, la mu
mó a Sofía, su esposa, buscando compartir e
risas le respondió: "¿Qué pasa con Juanito? ¿No te pagó lo de la semana o q
cía en la morgue, ella seguía en una fiesta, una fiesta para celebrar la carrera del
er que compartía su cama, la madre de su hijo, podía ser tan ajena
os, y una certeza helada, más allá del dolor, se instaló en su pecho: el