d, siempre en busca de una nueva cara, una nueva conquista para alimentar su ego. Valentina fue su obsesión po
n que planeaba e
más piezas en el tablero, más competencia para mantener a Alejandr
noble, alguien que Alejandro pudiera ver como un capricho exótico y desec
actamente dón
tos de la capital por su belleza y su ingenio. Alejandro se había encaprichado con
había salvado de la ruina, que la localizara y la trajera al palacio
ués de su nombramiento, vino a mi habitación para servirme el té de la mañ
», dijo con una sonrisa radiante, su unifo
observando su aire de suficiencia. «Veo qu
za», dijo, sus mejillas sonroján
e un gesto para
Al príncipe le encantan los postres dulces después de la cena, especialmente los que tie
eña bolsa de m
o», dije. «Asegúrate de que e
por la ilusión de poder que yo le estaba ofreciendo. Ella pensó que le estaba dando las llaves del corazón del príncipe, cuando
epción, y luego, "casualmente", guié a Alejandro por ese pasillo. Tal como esperaba, sus ojos se po
za?», preguntó Alejandr
inocencia. «Vino a una entrevista para ser mi dama d
n Laura. «Yo creo que sería una excelente adición a la corte,
enía a Elena, la ambiciosa doncella, y a Laura, la astuta cortesana.
s el caos comenzaba a gestarse silenciosamente en los pasillos del palacio. Yo, en med
hermana,