e París era mi hora de brillar, la cumbre
xico", estaba lista para defend
metida, sonrió dulcemente y virtió un líquido incoloro so
declarado "¡Incomible! ¡Una abominación!", y mi c
dijo con frialdad: "Miguel es joven... tú y
raición; era desprecio, una destrucción d
mamente en Tailandia, huyendo del dolo
una pesadilla: mi madre estaba muriendo de cáncer y mi
mi propia vida, solo para descubrir que la rui
uería asegurarme de que no tuvieras a dónd
a, vaciando mi cuenta bancaria para un reloj de
ta de que no podía jugar con sus r