El primer lote era un azafrán iraní de la más alta calidad
cincuenta mil pesos", a
ía usarlo para crear un plato simple pero exquisito
ijo Alejandro, su
de hablar cuando la voz
en
Miraba a Alejandro, con
la, interesado en
o diez
pondió al
iento
y se retiró de la puja.
apretó la
ntos di
l", dijo Sofía,
s su valor de mercado solo para bloquear
", insistió Alejandro
ontenida. Se recostó en su silla, mirando a M
ía permitirse ese juego. Te
ido a la Señora Sofía po
Le hizo un gesto a Miguel. "Para ti, mi amor. P
ra constante, un
esas, de una marca legendaria. Alejandro levantó su palet
ico envejecido durante c
imo interés en un artículo, Sofía intervenía, inflando el precio a
La gente ya no lo veía como una
a mujer en voz baja. "Lo es
quinto lote consecuti
ración. Cualquier cosa, y me refiero a CUALQUIER COSA, que el Señor Alejandro intente comprar esta noche, yo la compr
una humillación pública y total. Ahora tod
inismo supremo, se leva
una falsa expresión de compasión. "Ya ha sufrido sufici
nura exagerada, cayendo c
", dijo, besándolo apasionadamente frente a todos. "Pero no
La manipulación de Miguel era tan obvia para él, pero Sofía estaba ciega, e
sta manera. Jugar según las reglas de Sofía era un
ie, su expre
ñora Sofía está tan interesada en mis elecciones, sugiero que hagamos esto más interesante.
o identificados, presentados en cajas selladas o sin limpiar, a menudo tubérculos cubiertos de tierra, especias en sacos sin marcar
ientes ciegos", continuó Alejandro. "Y que se
o la batalla a su territorio: el conoc
ida. La idea de que él creyera que podía superar
cogió de hombros con aire de suficiencia. "Acepto el desafío. Señor Dubois, traiga
illera. Los colocaron en una larga mesa en el centro del escenario. El a
go de la mesa, su concentración era absoluta. Tocaba una caja, olía un saco, levan
corriente, sin ninguna marca distintiva. La levantó, sintiendo su peso. La acer
esta",
r del escenario, pero Sofí
n una mirada depredadora.
ra más pesada de lo que parecía. El borde astillado de la madera le
goteando sobre el
ndro, más por la sorp
tó. Estaba demasiado ocupada examinando la caj
mente, entregándosela a Miguel. "C
que se estaba envolviendo l
ra cosa,