img El Precio De Mi Dignidad  /  Capítulo 3 | 36.36%
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Historia

Capítulo 3

Palabras:1020    |    Actualizado en: 04/07/2025

ndo de su aparente derrota. Su sonrisa e

ó la lengua?", se burló. "Pensé que los

, las risas apenas disimuladas. Se sentía como un anim

obviamente un nuevo ri

ta, asegurándose de que Alejandro lo escuchara. "Si quiere dinero, que s

ofía resonó

no creo que ni para eso si

ndro, su expresión cambiando

ntos pesos. "Te daré una oportunidad. Arrodíllate. Arrodíllate aquí, frente a todos, y pídeme perdón por haberme

definitiva. Quería verlo de rodillas, suplicando.

re el grupo. Todos e

inalmente explotó. En un movimiento rápido e instintivo, se abalanzó ha

rdaespaldas de Miguel, lo sujetaron por los brazos, inmovilizándolo. Lo

gritó, luchan

. Se arregló el vestido con

mpre tan impulsivo

ajustándose el n

a. Está arruina

pánico. Lo iban a echar. Su ú

llena de desesperación. "

eron, mirando a Sofía y Migu

n, Alejandro metió la mano en el bolsillo interior de su c

descansaba una sola cuchara de plata, ennegrecida po

a voz firme. "Perteneció al chef personal del Virrey de la Nueva España. Ha e

madre le había dado, un símbolo de su legado culin

a cuchara co

a? No creo que valg

cía de antigüedades. Tomó la cuchara con cuidado, examinando las

ieza extremadamente rara. Sí, su valor estimado en una s

sorpresa reco

tió un atisbo

ganar tan fácilmente. Sacó s

irreinato... ¿La conoces? Ah, sí, esa. Me dices que su procedencia es dudosa y que hay muchas falsi

y sonrió dulcement

ades coloniales de París. Y resulta que es su primo. Dice que esta pieza es, en el mejo

r a su influyente primo y a una clienta tan im

dice...", balbuceó, devolviéndole la

se hizo cenizas. Cien mil

ego, con una decisión que le dolió en lo más profundo, se

ompleto forjado a mano en Japón, cada uno una obra de arte. Eran una extensión de sus ma

hillos. Acero de Damasco, mangos de abedul. Forjados por el maestro Ta

. Reconocieron la calidad, el valor no solo monetario

salir de la incómoda situ

suficiente. Señor Alejandr

espaldas l

esión. Se puso de pie, erguido, y miró a Sofía directament

acababa d

estaba por comenzar, y su gesto de "tian deng" estaba a punto de

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