Vargas se celebró con una fiesta que ocupó las portadas d
recía perfecto. Ricardo, el magnate de los negocios, no soltaba la mano de su esposa
incera, se sentía la mujer más afortunada del mund
madre de Ricardo, la señora Elena Vargas, se acercó
n filo cortante. "Espero que pronto nos des la noticia que toda la
onstante, un recordatorio doloroso de los meses y años de intentos
gra", respondió Sofía, trata
en el borde de la cama, con la cabeza entre las manos. Ya no era el homb
. "Siento que te estoy fallando. Te prometí una familia,
ostro. "No es tu culpa, Ricardo. Es algo de l
stancia que nunca antes había exis
una calle conocida, vio un coche que reconoció al instante, el sedán negro de Ricardo, estacionado fren
olo. A su lado caminaba una mujer joven y elegante, y Ricardo la sostenía del brazo con una fa
le borraba de la mente. ¿Quién era ella? ¿Por qué estaban juntos en una clínica de fertilidad? Los rumores que había escuc
de embarazo en la farmacia, esperando otra decepción. Se encerró en el baño, y mientras esperaba el resultado, su mente era un t
onfusión abrumadora. Si Ricardo estaba con otra mujer en una clínic
do le juró amor eterno frente al altar. Recordó las noches en las que él la consolaba después d
o, para construir un hogar, para ser la esposa perfecta que la f
sentada en la oscuridad de la sala. Él encendió l
", preguntó, acercándose a ella. Le entregó un
sto para calmar su conciencia. So
co cansada", mintió ell
u bolsillo. Un pequeño papel doblado. Sofía lo recogió discretame
de ese mismo día. La prueba irrefutable de su engaño estaba en sus manos, y con el