embarazo la golpearon con una fuerza implacable. Se sentía débil y sola. Instintivamente, buscó su teléfono para ll
sonó una, dos, tres veces.
z femenina, somnolient
secretaria. Era la voz de una mu
gró decir Sofía, su propia v
, respondió la muj
Sofía, cada palabra un
o de una risita ahogada. "Ah, la esposa. Él está
cha más terrible se había confirmado de la manera más cruda y humillante posible.
ués, su teléfono
a. ¿Estás bien?", dijo, su voz sonando preocupada, per
su voz plana y sin emoción. "C
de inmediato",
uvo mientras caminaban hacia el coche y la llevó a la sala de emergencias del hospital más prestigioso de la
aba de acariciarle la mano y susurrarle palabras de consu
mento, Ricardo salió del cubículo para hablar con una enfermera. La pu
café de siempre en una hora. Que no se
o mientras su esposa embarazada esperaba atención médica a pocos metros de dist
sintió una extraña calma. Una determinación fría se apoderó de ella. Fingió sentirse somnolient
la frente y salió sigilosamente del cubículo. "V
la vía intravenosa del brazo con cuidado, se puso los zapatos y salió del cubículo. Se movió
Sofía lo siguió, el corazón latiéndole con una furia fría. Entró en el vestíbulo del hotel justo a
volvió a bajar. Las puertas se abrieron y de él salió la misma mujer que había visto con
está durmiendo en el hospital. No te preocupe
No era solo una mujer. Estaba visiblemente embarazada, con un vientre abultado que no dejaba lugar a dudas. La amante de su