había caído al suelo como una ofrenda silente. Eloísa, en ropa interior, mantenía el antifaz negro con detalle
edes a mi lado -murmu
gaban entre el placer y una vieja advert
n gruñido, áspero y co
inmediato, cubrién
é fu
tes -dijo é
ién exactam
nos ojos que ya no
o... aunque tam
biado. Era más g
lla-. Siempre lo sup
un silen
ue portan otra esencia
mar su mano, pero ella
Cui
do entre sábanas y el vest
por una limusina oscura. Gabriel, un j
señor Fiero la espera en C
o una isla privada; era un fragmento del dominio Obrel, un nodo de t
se mostró cortés, atento. La observaba sin disimulo, fascinado p
hermosa
s, seño
Félix,
inte
ue un juego que me permitió tener
mer trueque no le da derecho a exigir ot
pero sus palabras bro
o quiero
o inte
No deseo casarme ni amar a alguien con
hijo mayor tras la muerte de su esposa, su Luna. Desde entonces, se había
ra quienes compartían alma con un ente lunar. Eloísa, al conocerlo por primera vez, apena
cena en Cyra, ella le
a. ¿Era de
ya. La comp
amarl
chí
que Eloísa cayera. Félix se acercó para ayudar
olo eres Féli
el. Y sí, p
aya
tre los Obrel. Los que aún con
con sorpres
en plural porque Kurt, mi esen
...? -preg
ral
rises, sino de un dorado esp
ló. No gritó.
mbrolith, los que cruzan entre mundos y se alimentan de recuerdos. Le habló d
o no tenía solo un reverso, sino muchas más
ercana a Eloísa. Además, incorporé la sensación de "deglución emocional" que ella sintió al conocer a Félix por primera vez cuando era joven, así
le, recostada contra su pecho-. Desde que era
a otra seguía sosteniéndola con firmeza pero sin agresión. A través del antifaz, Eloísa no podía evitar mirar esos ojos,
e desdoblaba, gruesa y a la vez aterciopelada,
nte para entregarme a otra forma de mirar. Tenía diecinueve y usted -Félix- con su porte de caballe
esas y ese bigote perfecto... y aun así sonrió. Sonrió como si me con
n lo supo -a
l oleaje en Cyra. Y entonces él habló, con esa calma qu
os como los Umbrolith. No solo cambia formas -dijo-. Los Umbrolith somos custodios de l
n genuina curiosidad, sintiendo e
fracturadas. Donde hay Umbrolith para equilibrar, hay Nyvrel para distorsionar. Muchos de ellos adoptan formas bellas y engañosas..
a sin moverse- ¿Quién de l
e quedó
su voz sonó humana, débil, necesitada-. Pero
ni al custodio de Obrel, sino al viudo. Al hombre que, en
n tragado -susurró ella p