an levemente cuando creía que nadie lo observaba. Lo estudió en secreto, incluso cua
miera que desapareciera al pestañear, como si sospechara que estaba soñando con una mujer que no podría volver a tener.
s de una sola noche vendada, sin una máscara, no era tan diferente a
ombres. S
implícito de los que no pueden q
esas sábanas, con los ojos vendados y el alma desnuda, Eloísa se permitió se
recibió a Paolo en su departamento. Hablaron de nada important
or, bebiendo agua de tamar
eñor Ian Gedri. Sé que tien
Y te lo iba
e ibas a h
no he teni
mpo,
con la cab
tes, porque ayer me secuest
tás
en ese tiempo en que dejamos la ciudad para visitar a mi hermano en Torungas, pensó que me habías hablado de é
ja... Que hayas
hibido que tu gente supiera de mí más de la cuenta. ¡Por Dios! Ese hombr
en serio
olo fijo-. Por favor, no vuelvas a jugar en esos salones con esa clase de sujetos -dijo con desagrado-
ener juegos arriesgados, pero entretenidos. Paolo era un gran jugador, y quedar en deuda, agregando un atractivo trueque
ero ahora necesito que te ve
e robusto, encantador, que la conocía bien. Tal vez era un Obrel, no lo sabía con certeza. Era atento
ix? ¿No se enc
só. Habló
a verlo? Si no está relac
. Sé que te has negad
es,
olví a jug
o te o
a ganancia", mientras ve
ractiva. Y solo qued
-repitió Eloís
para cubrir el true
Solo para tenerme o
ió Paolo, si
jo a su padr
. No como un trueque de una sola vez... ¡te lo advierto!
No podía negarme. Sabes bie
te los que caes de ro
trueque seguimos con vida. Sab
ceder el trueque con las mismas personas. Y te lo digo una vez más: si me doy
menaces,
Es una advertencia -term
r los vasos sucios, llevándolos a la cocina. Comenzó a lavarlos mientras escuchaba mú
de ver a esos hombres, como al señor Fiero y otros. Sabía que su padre tenía vicios y g
secó las manos con
ue
a, E
ira,
mo e
né de lavar
ería preguntarte: ¿quie
os presentare
Sander consiguió que
es los
bo irme. Teng
la
cendió la televisión un momento, luego fue a dar
reflejo la duplicara. Sentía que se dividía entre la mujer que saldría e
ían... y menos aún volvían igual. Paolo hablaba de ese lugar con respeto y miedo, como quien ha caminado al borde del abismo. No era otro m
emasiado peligrosa para decirse completa. Seres que cruzaban entre mundos, que traficaban con deudas, cuerpos, recuerdos. Muchos ya no eran d
saba cuando pensaba demasiado en Obrel. Desde aquel pacto silencios
sha volvían al escenario: Sarina, Salvador, Sander, Santiago...
cudo. Esta noche sería la voz de su banda, pero también la mujer que