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Historia
Las Alas del Amor

Las Alas del Amor

Autor: dessy75vera
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Capítulo 1 Lo que soy

Palabras:1755    |    Actualizado en: 29/05/2025

ual

Mojave, base

de Los

i

verte mierda por dentro. Puedes matarte estudiando, ser la primera en todo, sonreír como una imbécil para cumplir con el papel de hija perfecta, y aun así

elegir tu propio camino. Que, si vas a ser una decepción, entonces lo serás a tu manera. Buscas tus propias metas, tus propios desafíos, construyendo algo solo para

sas que ni siquiera los recuerdos pueden atravesar. Crece el resentimiento como un tumor, silencioso pero mortal. Quizás encontras

aeronáutica, la sombra de Alfred Collins. Me cansé de no ser suficiente para él, de

negocios, de su indiferenc

rincipio ya había perdido: nací mujer. No era el h

negocio familiar, como si con eso pudiera ganarme un maldito atisbo de su respet

salí. Sin despedidas, sin explicaciones. No hubo palabras de su parte,

a su pesadilla. Demostraría que era mil veces mejor que Alf

jugando a ser piloto?", se reían a mis espaldas. Ni mis instructores creían en mí. Para ellos era otra mocosa rica buscando aventuras. Y para colmo, el apellido "Collins" pesaba como una pied

r maldito avión de combate que me pusieran en frente. Me comí cada hu

s. Solo lo necesario: espacio, paz, aire. Y entreno a los nuevos. Para forjarlos como a mí me

is botas retumba en el espacio vacío, mezclándose con el olor a combustible y metal caliente. Frente a mí,

udillos blancos de tanto apretar los puños. Tiembla, aunque se esfuerza por ocultarlo. Resoplo en si

eso de mi mirada cae sobre

espeso. Puedo oler el

midiendo cada uno

o, con voz seca, d

n paso torpe al frente, ende

ñora -responde, la voz

no llega a ser sonrisa. Cruzo los brazos despacio, dejando que e

un susurro helado, co

estañear rápido, sudor

pacio personal hasta que la visera

Reed? -escarbo en su dignidad, esper

Aprieta la mandíbula hasta q

rige, atropelladamente, ba

no basta. Quiero que todos entiendan quién manda aquí. E

bezas de inmediato: a mí me llaman Te

denado. Frunzo el ceño, mi mirada

ejando que la autoridad m

a vez, casi en sincronía, con

Me acerco a Reed de nuevo, ahora mirándolo de a

ear en helicóptero, Reed? -preg

inspirando hondo como si fu

ez con algo de fuego en la mirada,

a el beneficio de la duda. Pero en realidad

o que el silencio p

mamá mandó enmarcar, ni los juguetes caros que les compraron. Aquí, o vuelan, o se estrellan. Y si se

los, mis botas golpeando el

con la barbilla hacia el edificio al otro lado del hangar-. El que llegue t

erviosas. Reed baja la vista, apretando los labios en una línea fina. Me alejo de ellos sin

aldito mundo que quiso aplastarme bajo expectativas qu

las. Y todavía tengo

ento m

r la aeronave virtual en el aire. Camino entre ellos con las manos cruzadas tras la espalda,

ustración mientras la alarma del simulador pita indicando pérdida de control.

éndole permiso al joystick para moverte? -susurr

bla en sus manos. Estoy a punto de seguir presio

Harris, mi superior, irrumpe en la sala con su andar rápido y marcial, irradian

vo de los cadetes. Todos se encogen instintivamente en sus asientos, mien

surcado de líneas duras; la gravedad en sus

re con la precisión de un disparo-. Ti

ómago. Frunzo el ceño al instante, sintiendo

to que lo diga. Ya lo

a, aferrándome a una facha

, con una calma que apenas logr

ptible, afloja la mandíbula, como si las pala

un tono más bajo, casi arrastrado

itarme a uno de sus eventos de caridad, eso lo tengo claro. Ella sabe que la mandaría al diablo en menos de cinco segundos. Entonces, ¿por qu

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