Verónica, tan segura de sí misma como nunca la habíamos visto, estaba sentada en el sillón con las piernas cruzadas, completamente en topless. Sus pechos redondos y firmes, libres del sostén que
queda, sin apartar la mirada de su pecho ex
icidad y apoyó la mano en su abdomen
en topless todo el día, ¿por qué no puedo hacerlo yo? Es culpa de Camila despe
seno con delicadeza. Verónica cerró los ojos y exhaló un gemido suave, devolviendo el gesto
e, deslizó los labios por el contorno de su pecho izquierdo, primero besando el lóbulo del pezón y luego succionando con suavidad. Verónica se inc
l, apartando apenas lo
la, la voz quebrada por e
el cabello de Julián, guiándolo. Él dejó caer los boxers hasta sus rodillas, insinuando su erección, y d
re, hasta llegar a la tanga fina que Verónica portaba. Con un so
tembloro
avidad de alguien que adora cada centímetro, lamió el labio externo de su vulva. Su lengua trazó círculos lentos al
ve, por
de las manos. Su vientre se tensaba y su respiración se aceleraba. Con confianza, Julián deslizó la tanga completamente a un lado y centró su atenció
deó Verónica-.
icadeza, y luego con más firmeza, hasta sentirla contraer alrededor. Verónica arqueó l
te a ella. Verónica abrió las piernas con gracia, invitándolo. Él se colocó en posición de cuchara invertida, apoyándose
enzó a empujar con más energía, acompañando cada empuje con un giro de cadera que estallaba en un flamenco de placer
susurró ella, entre llu
trando y saliendo, ella encendiéndose con cada choque de piel. Los gemidos de Verónica crecían, llenando
último empujón profundo. Ambos estallaron en un orgasmo conjunto, sus cuerpos flexionándose al mismo t
sos, con la luz del sol filtrándose tranquila sobre ellos. Verónica ap
a... te lo
on que aquella sala -testigo inadvertido de tanta provocació