la casa. Julián estaba solo, revisando unos documentos mientras tomaba un café, intentando concentrarse, pero su mente estaba lejos de esos papeles. La presencia de Camila desd
apenas con un short corto de tela deportiva y una camiseta que se ajustaba a sus curvas, mostrando un vientre plano y unos pechos redondos y firmes que par
te a él, sin ningún
ián con voz calmada, tratando de ocultar la
a sonrisa juguetona pero c
-respondió, sin apartar la mirada
na forma de decirle que el juego apenas comenzaba y que ella
pensó en alejarse, en dejar que ella tuviera el espacio que parecía busca
rría su cuerpo, una mezcla de deseo y culpa que no podía controlar. La manera en que ella vestía no era casual: shorts cortos que dejaban al descubierto unas piernas musculosas y firmes
: la hija de su pareja despertando en él algo que jamás había sentido. S
pras, la casa quedó en silencio, salvo por la presencia de Camila
on una voz que sonaba como una invita
asintió, incapaz
aba. Cerró la puerta del estudio tras de sí con un suave cli
orde de la mesa, mostrando más de su vientre t
mirada, sorprendid
erván
ver más piel de la que Julián consideraba prudente. La luz se reflejaba en sus pechos f
ojos-. Sé lo que sientes. Sé que estás atrapa
ndo que cada palabra le cla
la hija que se queda callada y apartada. No
le. Camila avanzó un paso más, acortando la distanci
í. No busco solo provocarte ni jugar con tu mente. Quiero algo re
por primera vez en semanas, dudó si podría
o es complicado. No puedo hacerte esto
cargada de un desafío que parecía d
reguntó, sus ojos negros brillando con intensidad-. No soy un proble
o si el aire en la habitación fuera más espeso y difícil de respirar. S
n miedo ni duda, mientras él se debatía entre la
endría un final fácil. Que la joven no se detendría hasta conseguir lo
cenario de una batalla silenciosa y peligrosa. Y Julián estaba e