irmeza en su mano derecha. Ella estaba completamente desnuda, disfrutando del calor de la tarde que se colaba por
dondos y perfectos subían y bajaban con cada respiración profunda, y sus nalgas, firmes y moldeadas, se apretaban contra el sofá de piel c
. Sabía que jugaba con fuego, que si alguien la descubría todo podía desmorona
ronto escuchó la puerta principal abrirse y cerrarse silenciosamente. Su corazón dio un vuelco
, sino Verónica. Su madre, con su figura imponente y elegante, con ese air
abiertos y sin atreverse a parpadear. Camila, por su parte,
voz suave y desafiante, dejando caer
escena tan íntima y vulnerable la dejó paralizada. Por un
curva de su cuerpo desnudo se mostrara bajo la mirada de su madre. Sabía que
ila con naturalidad, como si aquella escena fu
tía entre el shock y la preocupación. No sabía si reprenderla, abrazarla
la tensión entre madre e hija se
de su relación comenzaba a dibujarse en ese instan
er el silencio, su voz firme pe
tu cuarto. Julián podría llegar en cualq
onrisa traviesa y desafiante
ortó que yo pudiera llegar mientras ustedes estaban juntos? ¿Que me enco
a había ignorado esa posibilidad antes, segura de que la hija se resignaría a acepta
ca, con un suspiro-. Es diferente cuando es ent
un ápice de la seguridad que la envolv
a que necesita protección. Puedo tomar mis prop
ía respondido. Era cierto, su hija tenía veinte años y más que suficie
as cosas duelen más cuando suceden tan cerc
do la distancia entre ellas. Sus ojos dest
onar algo. Pero no es así. No quiero que me esconda
quiebre. La relación con su hija ya no podía ser la misma de antes.
ras -dijo Verónica
replicó Camila con voz baja pero decidida-. Y
e hija, dos generaciones enfrentadas,