Durante el día, trataba de mantener una apariencia modesta, como si nada estuviera ocurriendo. Pero cuando caía la noche, su atuendo era otra historia. La ropa par
ntir esa tensión que a él le costaba ocultar. Sus caderas se movían ligeramente, sus dedos
abía visto natural en Camila y Julián. Le parecía que cruzar ese límite sería demasiado, aunque por dentro sabía que
ol atravesaba las ventanas y parecía invitarla a hacer algo diferente, a probar esa libertad que ambas
der la recorrió. Caminó lentamente frente al espejo del pasillo, observando sus curvas, sus pechos redondos y firmes, molde
do la sensación, y por primera vez, comenzó a imaginar que quizás ese podría ser el nuevo ambiente en el que vi
mirada. Verónica le sonrió con complicidad, como si le dijera sin palabras que estaba li
i desafiante; ya no tenía reparos en andar en topless todo el día, como si esa libertad fuera parte de su derecho ganado con esfuerzo. Sus pechos redondos y fi
nceada contrastaba con la luz que entraba por las ventanas, y sus movimientos eran fluidos, casi provocativos, aunque para ella solo era la for
dejando llevar por el ambiente que Camila había instaurado. De vez en cuando, especialmente cuando estaba sola, se animaba a andar en topless por la casa,
ra lo veía como algo natural, incluso deseable. Camila, con esa seguridad desbordante, comenzó a provocarlo con sutileza. Se sentaba junto a él en el sofá, ro
t diminuto que dejaba ver sus nalgas firmes y tonificadas, y, por supuesto, sin sostén. Se sentó a su lado, d
s por la casa. No solo te verías más cómodo, sino que
ista, divertido per
na tentador, pero no sé s
l, acercando su rostro co
también debería intentarlo. Ella podría andar
, consciente de que Verónica podría est
ció en la sala vestida únicamente con una tanga fina que delineaba sus curvas con elegancia. Julián la miró con una
mos vivir sin tantas reglas absurdas. Esto es
, sintiendo que, de alguna manera, esta nueva libe
nsión, más deseo, y sobre todo, una complicidad que nadi