gar a casa, sumergirse en una ducha reconfortante y dejarse caer en la cama para un merecido descanso. M
se desmontó ágilmente, ofreciéndose a ayudar con las pesadas maletas de la señorita. Con solo un intercambio de miradas, fue como si el tiempo se detuviera y el universo
partamento a Diego sin mirarlo, este no podía quitar la mirada de la mujer que se encontra
unas piernas que irradiaban elegancia. Sus pechos, erguidos como torres elevadas, coronaban su silueta con majestuosida
s labios, carnosos y sensuales, enmarcaban una boca pequeña que parecía esculpida por
os ojos de inmediato y se preparó para salir del carro. Con diligencia, Diego se dispuso a bajar las maletas, notando el evidente cans
la habitación y se dispuso a descansar. Sin embargo, no se dio cuenta de que aún no le había pagado a Diego
s miradas se cruzaron. Diego se giró rápidamente, mientras L
señorita. Aún no he recibido el pago por el servicio. Pensé qu
gesto avergonzado, admitió: "Oh, es cierto. Lo sie
aciones suelen ocurrir. Además, se nota que está usted muy cansada. Si lo prefiere, puedo regresar mañan
amente alineados, resplandecían entre unos labios finos pero jugosos, teñidos de un delicado tono rosa. Sus ojos, profundos y oscuros,
inidos y cuidados, añadiendo un toque adicional de atrac
pación: "¿Se siente bien, señorita?". En ese instante, Laura regresó a la realidad de sus pensamientos y se dispu
se precipitara al suelo, pero sus manos termi
más profundo de sus entrañas, dejándola paralizada al s
ervientemente quedarse en
de excitación cuando Laura se aferró a su pie
taba y creciendo la entrepierna de Diego,luego percibió las manos de Diego sobre
tro. En ese instante, el deseo se apoderó de ambos, y no pudieron resistirse a unirse en un apasionado beso que
a, mientras continuaban besandose, L
pezones, ya ansiosos, fueron el blanco de los suaves besos y caricias de Diego, quien sabía exactamente cómo enc
cayó al piso, revelando sus largas piernas con una sensualidad arrolladora. El encaje negro de
, absorto en la belleza de
l deseo ardía en su pecho. Con un gesto suave, la atrajo hacia él, y ella cayó
s, retiró las prendas íntimas de Laura, revelando sus labios inferiores delicadamente rasurados. Con un toque suave
ntorno del clítoris de Laura, mientras ella se aferra
an el aire, avivando aún más
idez de su interior. Mirándola a los ojos con asombro, Laura se cubrió el rostro avergonzada, confesando:
no se detuviera. Llena de una sensación vibrante y embriagadora, Laura solo deseaba sentir a Dieg