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Historia

Capítulo 9 Le grité al CEO arrogante

Palabras:1553    |    Actualizado en: 19/05/2024

s tíos, se vieron incapacitados para amarrarse la lengua. Cada uno tuvo algo que decir respecto a nuestro traslado, cada palabra más dura

a. Ninguno pudo desafiar mi frase porque eran cobardes, la sola posibilidad de perder sus beneficios y comodidades era más que suficiente para hacerlos r

mi favor para marcharme de este lugar de locos. Como el día de mi boda, solo buscab

rato, pero no podía llamarle rencor. Cómo hacerlo cuando sabía que Tadgh era la mayor escoria de la humanida

o tú. –susurré en su oído para que nadie más pu

Era un palacio igual de abrumador que el otro. La diferencia era que en m

on las maletas de las manos y me ordenaron no hacer nada. Iba a replicar pero se me ocurrió darle una mirada de auxilio a Killian y, como no, él lle

consciente de cada lugar no miró hacia ningún lado, ni habló más allá de un '

sustándome con tal tono. El guardaespaldas de

moviendo la cola, o mínimo que este hombre hici

te de que nadie me moleste. Ya aplacé demasi

itía. Pero no podía evitarlo, el enojo estaba ahí brotando de mis poros a velocidades peligro

i tumba se est

es mutuo, no debiste dejarme a mi suerte con tu horrible familia. Ellos son más bestias que los mismos animales de la selva. Y tú, eres parte de ellos,

o que debía, al punto de gritar. Pero en el momento no me importó.

ro cuando yo había exteriorizado mis pensamientos con rabia y desin

n mi cabello obligándome a mirarlo. Nuestras respiraciones rozando violentamente al t

deseos de hacerte llor

ncia porque eres superior a mí en la fue

s cuando me desafían, más en mi propia casa. –me so

ionn Doyle sus órdenes por segunda vez: -Co

, s

querer mirar hacia cualquier lugar menos hacia mí. Si, sabía que me había avergo

ra declarar que no era su jefa o solo porque me detestaba. Sin em

r lo que pareció una eternidad con una mirada igual de

obtuve hasta que me dejó frent

go a una más clara al final del pasillo. –La habitación del señor Lynch

un momento. Esta casa es enorme,

za. –Lo siento,

Killian apreciara que le dijera a su empleado que nos odiábamo

nn. –dije encerránd

rme lugar dentro de su gigantesca habitación. Dentro del vestidor estaba mi ropa organizada por color y tipo, al otro lado estaba la

ostitutas. Eso no lo permitiré. En esta casa no me dejaré pisotear otra vez. –volví a gritar a la nada. Las lágrimas estaban a

nco de sentir movimiento en la cam

ando a Killian, mi voz

porque estoy a punto de llamarte tonta.

Killian vendría a dormir en la misma cama. Para él, no había sucedido nada y aunque así fuera,

agarrarme de sus bíceps como si fueran mi ancla. –Primero que nada, tienes toda la jodida razón, no voy a dormir en un silló

o menos importante, sí, quería hacer caso a sus palabras. Inconscientemente me había llevado a mirar donde él quería, mojar m

as. Tragar se había vuelto un intento inútil, poco sutil. La reacción de mi cuerpo, mis ma

la ropa que te compré. –y ahí supe que había sido

reputación de perfecto casado trayendo a sus amantes a su cas

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