an Lynch. No era amor lo que nos había llevado al altar, sino una fría transacción acordada por nuestras familias. Y ahora, debía enfrentarme a su familia
anza que tanto necesitaba. "Solo son personas", me dije a mí misma, aunque sabía que la familia Lynch era cualq
viosa para intentar una conversación. Cuando llegamos al enorme y lujoso salón, la atención indeseada de todas las miradas curiosas me hizo t
o a una mujer de mediana edad con una
desdén y desaprobación. Era la tía de Lynch, Deirdre Lynch. Una mujer de aspecto severo
sonar agradecida a pesar de l
examinaba con diferentes grados de curiosidad; algunos c
mo si estuviera hablando de negocios en lugar de su p
netrantes, Conor, el abuelo de Lynch, me miró con ojos entrecerrados antes de asentir lentamente, dá
, Aine, se acercó con una sonrisa genuina que me sorprendió gratamente. La chica exudaba ale
hermana -sonreí de vuelta, buscando establecer una conexión más cá
dor, y un hombre alto, de rasgos duros y ceño fruncido, se irguió en toda su abr
, denotaba más rabia y resentimiento, si era posible. Mis palabras no fueron las más diplomáticas, pero no iba a ret
e inflado ante mis palabras, y su mano posándose en mi espalda b
de Lynch, me miró con notable desprecio. Escupió las palabras como si fueran veneno. -Así que tú eres la famosa Alessand
a, en un acto poco disimulado de ocultar su risa burlona. Los que asumí, eran los jóvenes miem
. Su mandíbula se tensó y sus ojos oscuros se entrecerraron con suspicacia y algo de rabia floreciendo
te elegante y mirada penetrante. Era Elena, la imponente matriarca de la familia Lynch, la
evaluándome. -Bienvenida a la familia, Alessandra. Esperamos conocerte mejor. Y por favor
ién se calmaron, como si la mera presencia de la matriarca fuera suficiente para poner
te corteses, otros mostraban una hostilidad apenas velada, y unos pocos parecían genuinamente interesados en conocerme.
n había sido convocado por su padre para discutir asuntos de negocios, dejándome a la deriva en un océano de r
cturna acariciaba mi rostro, y por un instante, cerré los ojos, permitiéndome soñar co
pensamientos. Era Roisin, la esposa de Tadgh, una mujer de bell
, ¿verdad?- comentó Roisin, apoyá
esperaba- admití, encontrando co
on una sonrisa. -Dales una oportunidad. Quizás descubras por qué Killian se
r su amabilidad. -Eso si
y los comentarios hirientes. Sin embargo, como todas las cosas buenas, fue pasajera. La puerta d
ente de calidez. -Somos leales a los nuestros, y aunque tu matrimonio con Killian haya sido inusual
i futuro en la familia dependía de ello. Elena se marchó sin decir otra palabra, lo cual
námica de la familia Lynch. Algunos miembros eran abiertos y acogedores, otros eran reservados y c
resión era enigmática. - ¿Cómo te
uyan en algún momento- respondí con cuidado de mis palabras. Lo que menos
ecto cruzó mis pensamientos antes de ser interrumpidos por sus palab
lleno de desafíos, pero también de oportunidades. Y mientras la luna ascendía en el cielo, bañando la mansión con su lu