frmeza y seriedad, la confanza en sí mismo desbordaba del hombre, que
n hecho. Su belleza era comparada
a, al menos aquellos que eran visibles a los ojos. ¿Sería demasiado para
necesidad de provocar y ser provocado. Nunca podríamos salir de una reunión, por informal que fuera, sin un codazo sarcástico. Después de
acía que cada pensamiento que tenía
ejores amigos para siempre". No qu
echo y mirando la imagen de Benício alineado y serio, cerca del hito. - Debe estar demasiado distraída. Quizás esta sea la razón de los errores en los documentos. - Ese maldito
etalles, pero preferes hacer un berrinche por un error identifcado. Cerré nuestra distancia en tres pasos, me
Apestaba sentirme atraída por el hombre que tenía el don de destruir la
discrepancias. - Siento tu aliento golpear mi cara y mi cuerpo responde de la peor manera posible. Sen
hacia la curva entre su mandíbula y su cuello, me puse de puntillas y p
s notable, lo que nunca me hizo pensar en la suavidad que encontré a
amente con el tirón que dio. Gemí y él murmuró algo que no entendí, pero no tuve tiempo de prestarle
os de la locura que vivíamos. Fue muy bueno. Al mismo tiempo que se
ba fnalmente hubiera encontrado su
irme y fui empujado hacia la mesa, donde Benício rompió el beso para colocarme sobre ella, sentada. Sus oj
ancé a él sin reservas. -Llama a Bel y hazle saber que vas a salir con
no tenían la claridad habitual. Eran oscuros, como tinta, llenos de una
ente con los ojos fjos en Benício.
né la llamada por falta de palabras. No estaba acostumbrado a mentir,
su mano pasó por mi mejilla y sentí mi piel calentarse bajo su toque. - Despertaste algo inapropiado, M
ión, su pulgar se cernió sobre mis labios y mordió el suyo. - Quiero sa
nda llamada telefónica más larga de mi día agotador. Fue el jefe del dep
el tipo de hombre que podía entende
personal califcado o cualquier otro
atando de engañarme con excusas poco convincentes que sólo demostraban su incapacidad. Ya e